Las dos mujeres que estaban a su lado soltaron risitas.
—El señor Foster te pidió que te quitaras la ropa. ¿No lo entendiste? —bromeó una.
—Ya estás aquí, no te hagas la inocente —añadió la otra.
Quedaba claro que quería humillarla haciéndola desnudarse frente a todos.
Diana, con los puños apretados, fijó la mirada en Brandon, con el rostro encendido de rabia.
—¿Me vas a ayudar si me quito la ropa? —preguntó con voz firme.
—Como mínimo, lo consideraré. Si no, mejor vete —respondió Brandon, recostado con indiferencia.
Diana no entendía por qué actuaba así, rodeado de mujeres y provocándola sin razón.
¿Era su manera de vengarse?
Sin decir nada más, se quitó el abrigo. Debajo, llevaba una blusa blanca delicada, elegante pero sugerente… el tipo de prenda que solía atraer miradas.
Brandon alzó una ceja, con la mirada encendida.
—¿Esto te basta? —preguntó Diana, buscando una señal.
—Sigue —ordenó él, con un deseo evidente en los ojos.
Frustrada y furiosa, Diana respiró hondo y clavó las uña