LUNES – EL CAFÉ FRÍO 7:15 A.M. – Mansión Moretti
El comedor estaba bañado en la luz dorada del amanecer, pero el aire era pesado. Isabella, sentada frente a su café frío, tenía los ojos clavados en sus notas de estudio, las páginas llenas de diagramas de músculos y órganos esparcidas sobre la mesa. No había tocado su jugo de naranja ni el croissant que Ana le había preparado con cuidado.
Alessa, al otro lado de la mesa, revolvía nerviosamente su cereal, los ojos saltando entre el reloj y su hermana.
—Isa, son las siete quince —dijo, intentando que su voz no sonara tan preocupada—. Tu examen es en dos horas y media. ¿Vas a comer algo o solo vas a mirar esos papeles como si les debieras dinero?
Isabella parpadeó, como si volviera de muy lejos. Sus dedos se cerraron alrededor de una hoja, arrugándola sin querer.
—Ya estudié —murmuró, aunque su tono no sonaba convincente.
Alessa dejó la cuchara con un clink metálico.
—Mentira. No has dormido bien en días, y desde que Nick desapareció, sol