06:00 a.m. — Portaaviones Nimitz
Doce horas con cuarenta y cinco minutos antes de la misión…
El zumbido constante del reactor era el despertador de Nick. No necesitaba alarma. Abrió los ojos y permaneció un instante mirando el techo de la litera, sintiendo ese silencio espeso que precede a las horas más largas antes de una misión.
El metal frío del piso lo recibió cuando bajó descalzo. Caminó hacia las duchas, se desvistió y dejó que el agua lo cubriera. Minutos después, regresó. En la penumbra del camarote, se vistió metódicamente: camiseta negra ajustada, pantalones tácticos, botas pulidas. Cada movimiento era un ritual aprendido a fuerza de años. Exactamente, desde los doce.
En el pasillo, el aire olía a café y pintura salina. Carter ya estaba despierto, revisando un informe en su tableta.
—Dormiste poco —comentó sin apartar la vista.
—Dormiré cuando regresemos —respondió Nick, y siguió su camino.
—Sí, claro… cuando la princesa italiana esté justo en tus brazos —añadió Carter, sonr