El día en la ciudad amaneció cargado de rumores. Los periódicos titulaban con mayúsculas:
El imperio de Leonard tambalea
Los aliados de Elizalde buscan distancia.
Una sombra desconocida mueve el tablero.
Las redes sociales hervían de teorías. Algunos hablaban de una filtración interna, otros de una conspiración extranjera. Nadie sabía que, en lo alto de la residencia Vólkov, Aelin afinaba su próximo golpe.
Aelin cerró el periódico y dejó que el eco del silencio llenara la habitación. La ciudad ya estaba infectada de duda; ahora venía la fase más delicada: convertir esa duda en miedo visible.
—Hoy no será un ataque en las sombras —dijo, ajustando los pendientes de diamante que Sasha había colocado sobre la mesa—. Hoy les mostraré que existo. No quién soy, pero sí que estoy aquí.
Darian, desde el ventanal, sonrió con esa calma letal que lo caracterizaba.
—Entonces la gala benéfica será tu escenario.
El vestidor estaba iluminado con luces cálidas que resaltaban cada detalle. Frente