¿Qué harías si en una venganza injusta tus enemigos asesinan al amor de tu vida y a parte de tu familia? Los cuentos de hadas generalmente terminan con la frase: “Y vivieron felices para siempre” Pero en la vida real la maldad no descansa y las bajas pasiones del ser humano superan en mucho a los cuentos. Ivonne Coleman está presa en una cárcel federal, al igual que Dereck, su sobrino. Pero la hermosa historia de amor entre Rachel Anderson y Patrick Hamilton estaba lejos de ser como en los cuentos de hadas, porque un nuevo y poderoso enemigo surge de las sombras. Alexander Grassman, quien había sido el novio de Ivonne en su juventud, y a quien tuvo que rechazar por orden de su padre para casarse con Randall Hamilton, era ahora un malvado y poderoso multimillonario. Grassman había amado con locura a Ivonne y nunca había dejado de amarla a pesar de que hizo su vida con otra mujer, nunca tuvo hijos, y su carácter se había vuelto amargo al perder al amor de su vida. Por eso, al enterarse de que ella estaba presa y que se había separado de Randall Hamilton, decide visitarla en la cárcel, para saber qué había sucedido para que terminara en esa prisión federal. Allí Ivonne le cuenta su desventura y él le ofrece vengarse y ella, con todo el odio que anida en su malvada alma, acepta gustosa. Allí comienza una historia de venganza y supervivencia para Rachel y Patrick que nos conduce a un final completamente inesperado.
Ler maisVictor Case se enderezó un poco para cambiar de posición sobre el rocoso acantilado de la playa. Se acomodó de nuevo los binoculares y enfocó de nuevo a la familia, compuesta por una pareja con sus dos hijos y un hombre entrado en años, quienes estaban disfrutando de la playa en el Mediterráneo Griego.
Luego tomó el teléfono móvil y realizó una llamada, no pasaron ni diez segundos cuando una voz desagradable le respondió por el auricular:
—"¿Qué noticias me tienes, Case?”
—"Los tengo en la mira, jefe. Ya sé dónde se están alojando y es una casa bastante apropiada para lo que usted desea —la mirada malévola y la sonrisa torcida daban testimonio de que no era un hombre bueno sino perverso"
—Entonces procede lo más pronto posible —dijo con tono cruel— Debes eliminar al hombre, así será más fácil llevar a cabo mis planes.
—Lo haré lo más pronto posible, jefe —respondió Case sonriendo con crueldad— Usted sabe que yo pocas veces fallo.
—Llámame cuando tengas resultados —dijo el misterioso sujeto al mismo tiempo que colgaba la llamada.
Victor Case guardó el teléfono y se dispuso a descender por el otro lado del promontorio rocoso desde donde vigilaba a la familia. Necesitaba comprar algunas cosas para poner en marcha su plan, era un hombre meticuloso en su trabajo, y esta vez tampoco fallaría, tal como acostumbraba. Se alejó hasta llegar a un vehículo estacionado en la arena, subió en él y arrancó levantado arena mientras se alejaba a buena velocidad.
………..
En la playa, Rachel Hamilton tomó a su hija pequeña para acercarse a su esposo y a su suegro, sin sospechar de los malévolos planes que se estaban tejiendo sobre ellos.
Habían pasado cinco años desde que Patrick Hamilton y Rachel Anderson se casaron en una boda que había sido, al principio, un arreglo para que Randall Hamilton y su hijo Patrick, pudieran conservar la fortuna que había amasado Randall con sus impecables habilidades de comerciante e inversor.
Sin embargo, Ivonne Coleman era un enemigo formidable y muy peligroso, pero ahora estaba prisionera en una cárcel federal, con una condena por intento de homicidio contra Rachel. La sentencia había sido de cuarenta años. Su sobrino, Dereck Coleman había sido condenado, como coautor intelectual y contratante de los asesinos que iban a ejecutar el delito, a unos treinta años también en la prisión federal.
Con este par de pillos en prisión, la familia Hamilton vivía una hermosa y feliz vida. Patrick y Rachel habían llevado a la empresa a nuevos niveles de ganancias gracias a las inversiones en Europa, pero la historia iba a dar un nuevo giro a la vida de la familia.
Había un elemento con el cual no había contado el viejo Randall Hamilton. Cuando él comenzó a cortejar a Ivonne, y comenzó a hacer negocios con su padre, éste había obligado a Ivonne a aceptar a Randall como su prometido, pero su corazón le pertenecía a otro hombre desde hacía bastante tiempo.
Su nombre: Alexander Grassman.
Grassman no había perdonado a su “casi” suegro, aunque hizo su vida, se casó a los treinta años y tuvo dos hijos. Luego heredó la fortuna de su padre, la cual había aumentado por un golpe de suerte con una empresa minera que había descubierto un enorme filón de oro en el oeste americano.
Pero no había olvidado al amor de su vida, Ivonne Coleman, y aunque nunca trató de buscarla o contactarse con ella, la llevaba “clavada” en el corazón, y sus pensamientos, generalmente amargos, se suavizaban un poco, aunque luego la rabia le llenara el pecho al no tenerla con él.
Un año antes…
La primera noticia que tuvo de Ivonne, desde hacía varios años, la había recibido en su oficina, estaba revisando unos documentos sobre las exportaciones de la empresa el año anterior cuando la puerta se abrió un poco y la voz de Grant Perlman se dejó escuchar con acento misterioso.
—¿Está muy ocupado, jefe?
Grassman levantó la vista antes de responder.
—¿Cuál es la ceremonia, Grant? —dijo con su no muy agradable voz— ¡Termina de pasar de una condenada vez, sabes que no me gustan los misterios!
—Lo siento —dijo el hombre alto y elegantemente trajeado entrando a la suntuosa y enorme oficina— Creí que estabas de mejor humor —terminó diciendo con la confianza que normalmente le hablaba a Grassman.
Grant había trabajado casi toda su vida con Alexander Grassman, se habían conocido en la universidad y ambos no eran lo que se dice “buenas personas” así que congeniaron de inmediato, y aunque se llevaban algunos años se hicieron cómplices para molestar a los que no les agradaban.
—Sabes muy bien que no tengo humor, Grant —le replicó Grassman algo impaciente.
—Pues creo que deberías leer esto —le dijo entornando los ojos y mostrándole un diario de la ciudad— Te va a interesar.
—¿Un periodicucho? —dijo moviendo la cabeza en un gesto típico de impaciencia— No me gustan los chismes de sociedad, Grant.
—Pero esto te va a interesar —insistió Grant.
—No lo creo —dijo Grassman Impaciente, haciendo un gesto con la mano que significaba que no deseaba que lo molestara más.
Grant mantenía una sonrisa medio torcida en el rostro, dio media vuelta y se dirigió a la salida, pero cuando tenía el pomo de la cerradura en las manos se volteó un poco hacia el escritorio de Alexander y luego habló como si fuera algo sin importancia
—Bueno, creí que una noticia sobre Ivonne Coleman le interesaría —dijo y se dispuso a salir del lugar empujando la puerta.
Pero de inmediato la voz (más bien un rugido) de Alexander Grassman le hizo ampliar la sonrisa y detenerse a medio salir de la lujosa estancia.
—¡Con un demonio, Grant Perlman! —rugió con su desagradable voz— ¡Sabes cuánto detesto que me tomes el pelo de esa manera!
Y esto era cierto, pero Grant lo disfrutaba desde que estaban en la universidad y al final ambos, más cómplices que amigos, terminaban haciendo las paces después de unos amagos de pelea.
—Lo siento, jefe —dijo sin realmente sentirlo, con la voz cargada de ironía.
—Trae de una vez el maldito periodicucho, Grant —lo conminó en voz alta.
Después de que hubieran levantado los cadáveres y atendido a los que sobrevivieron, el personal forense y los empleados de la casa limpiaron todo hasta dejarlo casi como estaba, exceptuando los huecos de bala en las paredes. Ya habría tiempo para eso.A Patrick le costó mucho trabajo justificarse ante su esposa por haberle ocultado que no había muerto, y cuando Brian intentó entrar a ayudar a explicar le lanzó un adorno que tenía cerca de la mano.—¡A ti no te voy a perdonar nunca! —le gritó mientras este salía corriendo de la habitación.—Y… ¿a mí tampoco me vas a perdonar? —le preguntó Patrick con voz contrita.Ella lo miró haciendo un puchero con la boca, pero luego las lágrimas brotaron de nuevo de sus ojos y lo abrazó con fuerza, para luego tomarlo por los cabellos y besarlo con furiosa pasión.Mamá Emma, que había quedado sola con ellos, se volteó para salir, pero la voz de Rachel la detuvo en su sitio.—Tú también me la debes, mamá Emma —le dijo aunque sin asomo de rencor alguno
Rachel no lo podía creer, estuvo a punto de desmayarse pero su férrea voluntad la sostuvo. Por un momento se olvidó que estaba herida en el brazo y en la pierna y se volteó para caminar hacia la escalera, para ir al encuentro de su amado, pero la pierna cedió y se fue de lado cayendo en los brazos de Ivonne, quien aprovechó para tomarla por el cuello pasándole un brazo mientras sacaba un cuchillo de su pantalón y se lo ponía en el cuello.Un Patrick Hamilton un poco más delgado de lo que era normalmente, comenzó a descender por la escalera.Ivonne lo miraba como solo se podría ver a un fantasma.—¡Tú estás muerto! —le gritó como una histérica mientras retrocedía arrastrando a Rachel, quién aún no reaccionaba por completo al tener delante al hombre que todos creían muerto.—Por desgracia para ti, no lo estoy “mamita” —dijo con auténtica ironía.Ivonne seguía retrocediendo hasta que chocó con Grant Perlman que estaba blanco como un papel de la impresión. Este se sobaba la mano lastimada
—¿Tú? —dijo Rachel alejándose un poco hacia atrás, cojeando de la pierna derecha, donde la pierna del pantalón ya se estaba manchando completamente de rojo.—Sí, soy yo, niña tonta —le dijo Ivonne con la furia velándole los aún hermosos ojos verdes— No sabes las ganas que tenía de que llegara este momento.Rachel no dijo nada, pero su cerebro trabajaba a toda velocidad, buscando la manera de escapar de este trance en que estaba metida. Nunca se imaginó que ella viniera en persona, que se atreviera a tanto. Los huesos de su suegro y de su esposo debían estar temblando en sus tumbas ante tanta osadía e impertinencia.—No sé cómo te atreves a venir a esta casa, a profanar su tranquilidad —le dijo Rachel también con la ira reflejada en su semblante.—¡Uy, Sí! El santuario de los Hamilton —se mofó Ivonne haciendo que Rachel hiciera un gesto como de írsele encima— Quieta, niña. No hagas que te dé otra herida para acompañar a esa —le dijo señalando la herida en la pierna de Rachel con la pis
Los guardias que estaban descansando en la casa después de su acostumbrada ronda matutina, corrieron a buscar sus armas. Rachel estaba con los niños y la agente Nolan, mamá Emma había salido con una de las mucama y un guardia para realizar unas compras para la casa.—Ve al refugio con los niños —le dijo la agente Susan mientras preparaba y revisaba su arma.—No —dijo Rachel de inmediato— No pienso esconderme del ataque, espérame un par de minutos aquí.Rachel corrió hacia el cuarto de la niñera, esta estaba saliendo de su habitación con cara de asustada, en cuanto vio a Rachel corrió hacia ella y la abrazó.—¿Qué sucede, señora? —dijo con el pánico reflejado en la voz.—No estoy segura —le respondió soltándose de ella y tomándola por una mano— Vamos, necesito que entres en el cuarto seguro con los niños.Ambas corrieron a lo largo del pasillo del tercer piso donde se encontraban, cuando llegaron al cuarto de los niños ya Susan tenía a los niños listos. De allí salieron hasta el cuart
—¿De qué rayos me estás hablando? —le preguntó Grant asombrado de la reacción de Ivonne.—¿De qué crees que hablo? —le dijo con furia pero tratando de mantener la voz baja para no llamar la atención en este sitio público— ¡De la mocosa esa! —le dijo con ira contenida.—Esa mocosa, como tú la llamas es más dura de pelar de lo que piensas —le recordó Perlman— Por ella perdimos muchísimos hombres, y finalmente eliminaron a todo nuestro personal.—Pero ahora ya no estará tan protegida —la cara de Ivonne se veía deformada por la ira que sentía por dentro.—¿Crees que van a bajar la guardia mientras yo ande por allí? —le dijo con aire incrédulo— Y eso si acaso no sospechan que tú estás viva, querida.La sola posibilidad le causaba desasosiego. Una cosa era actuar en la sombra, amparado por alguien poderoso como Alexander Grassman, y otra valerse por sí misma, siendo una prófuga de la justicia.«¡Y sin dinero! —gritó en su mente»Por un momento miró a Grant Perlman y se dio cuenta de algo qu
—¿Me podría decir desde donde se hizo este movimiento? —le preguntó al empleado.—Sí, por supuesto —dio para luego ponerse a teclear con rapidez en el terminal— Lo hizo usted misma, desde las oficinas de Grassman Corp. —dijo después de consultar la pantalla. Ivonne se puso pálida, porque la fecha era del mismo día que habían matado a Alexander Grassman. De inmediato supo que, de alguna manera, Alexander Grassman había averiguado acerca de la cuenta que ella y Grant habían estado alimentando con dinero de la empresa creyendo que este no se había dado cuenta.Ivonne se puso tan pálida que el joven cajero lo notó de inmediato.—Señora, ¿se siente usted bien? —le dijo con acento preocupado— ¿Hay algún problema con la cuenta?Las palabras del joven hicieron volver a Ivonne a la dura realidad.—No, joven, gracias —le dijo tratando de reponerse— Ya sé lo que ocurrió, no hay problema. ¿Me permite un nuevo formulario?—Aquí tiene, señora —dijo el joven mirándola con curiosidad— Si lo desea pu
Último capítulo