Capítulo 90: Doctor Steinberg

Paulina

Me quedé quieta en medio del mausoleo, con la espalda aún pegada a la fría pared y el cuerpo temblándome por dentro. No sabía si por la intensidad de lo que acababa de pasar o por lo devastador del final.

Max se fue.

Me dejó allí.

Me trató como si fuera una cualquiera.

Como si yo no fuera la madre de sus hijos.

Como si no hubiera compartido su cama con amor… y con historia. Como si no hubiera sentido cómo su cuerpo temblaba dentro de mí, reconociéndome, incluso si su mente tenía problemas para recordarlo.

Sentí que algo se quebraba en mi pecho, lento, doloroso, como si un vidrio se astillara desde dentro.

Miré el suelo. Allí estaban los billetes arrugados que me había lanzado como si fuera una prostituta.

Me agaché y los recogí con los dedos entumecidos.

—Bueno... —susurré con una sonrisa amarga—. Le descontaré esto de la manutención de Max.

Solté una risita breve, vacía, como si pudiera reírme del desastre en el que estaba convertida mi vida. Pero el nudo en la garganta no
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