Capítulo 35: Despiadado

Max

Bajamos al comedor, y por primera vez en mucho tiempo sentí que no llevaba el mundo sobre los hombros.

Paulina caminaba a mi lado, con el cabello suelto, esa sonrisa nueva… una que no me cansaba de mirar.

Su mano seguía en la mía, y aunque pensaba soltarla al llegar, para no hacerla sentir incómoda, no pude. No quise.

Cuando entramos en el comedor, Magda nos recibió con una ceja alzada y los brazos cruzados. Una sonrisa se le escapó apenas.

—Vaya… pensé que tendría que subir a buscarlos con una cuchara de madera —dijo, mientras sus ojos brillaban de picardía.

Paulina soltó una risita tímida. Yo me encogí de hombros.

—Es culpa mía —dije, como si fuera una confesión seria—. Me demoré… solucionando un asunto muy importante.

—¿Un asunto de café? —intervino Sofía, apareciendo desde la cocina con una bandeja—. Porque por la forma en bajaron, parecía uno… muy especial.

Paulina se sonrojó al instante, bajando la mirada al suelo. Yo solté una risa baja. Dioses, ni siquiera recordaba cuán
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