Paulina
Un movimiento a mi lado me sacó del sueño.
—Mami… Ma…
Abrí los ojos, aún con la mente nublada entre sueños. Iris me miraba con los ojos grandes, llenos de lágrimas. Me incorporé al instante, recordando dónde estaba: en su cama. Su habitación.
—Buenos días, mi amor —murmuré, acariciándole el cabello—. ¿Qué pasa?
Iris no respondió enseguida y eso me asustó. Su labio inferior temblaba y tenía los dedos apretados contra el dobladillo de su pijama.
—Soñé algo feo —dijo al fin, con voz bajita.
—Fue solo una pesadilla, cielo. Estás bien, aquí conmigo —intenté calmarla, pero su expresión me congeló.
—No… No fue un sueño. Vi a una mujer mala... Ella tenía un cuchillo lleno de sangre. Había sangre, mami… Mucha sangre... como cuando Max se cayó de la bicicleta...
El corazón me dio un vuelco.
Me obligué a no mostrar lo alarmada que estaba.
—Iris… mi amor… eso no ocurrió. Fue un mal sueño. A veces, cuando soñamos cosas feas, parecen reales… pero no lo son.
Ella sollozó y se lanzó a mis br