Paulina
—¡La encontré! —sollocé, sintiendo que las palabras querian salir atropelladas de mi garganta—. ¡Encontré a mi hija, Sofía!
Flashback
Desperté envuelta en el aroma de su piel.
Las sábanas aún conservaban el calor de su cuerpo, y por un segundo, me ilusioné con la idea de girarme y encontrarlo ahí. Pero no. La otra mitad de la cama estaba vacía.
Sobre la almohada, doblada con cuidado, una hoja blanca.
La tomé con torpeza, aún adormecida por la madrugada intensa que habíamos compartido. Su letra era firme e inconfundible.
“Motita, salí por una reunión urgente. Te dejo el desayuno listo abajo. Volveré para almorzar contigo. Te amo. Max.”
Me presioné la nota contra el pecho y suspiré.
Ese hombre tenía el poder de romperme... pero también de mantenerme entera con una sola palabra.
Me envolví en su camisa, una de esas que amaba robarle, y bajé descalza, siguiendo el aroma del café.
Sofía estaba en la cocina, de espaldas, tarareando una canción bajito mientras revolvía algo en una