JULIA RODRÍGUEZ
—Me equivoqué… el reporte lo dejé en casa —admití intentando no sonar derrotada, mientras sacaba mi computadora—, pero aún lo tengo guardado en mi máquina, y además puedo abrir el código y mostrar algunos de los muchos errores que tienen que ser corregidos.
Entonces abrí mi computadora en la mesa y noté que el teclado se sentía pegajoso. Cuando intenté prenderla, no lo hizo. Mi cuerpo tembló y me maldije internamente.
No tenía que pensar mucho para encontrar un maldito culpable. ¡La estúpida zorra de Lily me estaba saboteando!
Presioné las teclas con fuerza, como si mi desesperación fuera suficiente para que mi