¿Logrará Matthew descubrir a la chica del antifaz o evitará Jessica que su jefe descubra la verdad? ¿Conseguirán mantener su amor y a su bebé a salvo? Las miradas de Jessica y Matthew no pudieron olvidarse desde el día que se vieron en un evento de la familia De Vineyard, ella era una bailarina y él un CEO millonario que solo buscaba disfrutar la velada. La vida empuja a Jessica a buscar empleo con desesperación y tras una accidentada entrevista de trabajo, se convierte en la nueva asistente de Matthew, quien con el tiempo hace amistad con la Jessica bailarina y comienza a sospechar de la Jessica de oficina... Una confesión, un secreto y una mujer aparecerán en el camino de ambos, consiguiendo sacudir sus vidas, pero no separarlos. Novela perteneciente a la saga EL AMOR DEL JEFE que consta de dos historias más que son: ATADA A ÉL y SEÑORITA JACKSON. No es necesario leer en orden, son historias independientes cada una.
Leer másJunio de 2018. Londres – Inglaterra. Celebración del 25avo aniversario de Vineyard Agency
Acomodó una última vez el antifaz negro y se limpió las manos con nerviosismo. El espejo le regresó su reflejo: en el vio una hermosa mujer vestida con un traje tipo esmoquin femenino y una sonrisa de alegría. Llevaba suelto su cabello largo y los labios pintados de un intenso rojo carmesí, aquello creó un contraste sensual con sus expresivos ojos azules. Por primera vez se vio a sí misma tan hermosa, sin embargo, un sentimiento de preocupación la empujó a la realidad al recordar que ella y su mejor amiga se habían fugado del orfanato para asistir a ese lugar.—Katy, esto es una locura. Somos insoportables, lo sé, pero nunca habíamos llegado a estos extremos. Deberíamos volver. —Tomó la mano de su amiga y le dio un apretón.—¡Solo hagámoslo! Estas cosas solo pasan una vez en la vida —respondió emocionada, restando importancia a las preocupaciones. Le escondió un mechón de cabello detrás de la oreja y depositó un beso en la mejilla de Jessica—. Lo haremos bien...—Chicos, es hora… —Eliot, el encargado del evento, ingresó al pequeño vestidor, guiando a los bailarines hacia el salón principal.A medida que caminaban, el barullo se fue disipando y las luces se apagaron de repente hasta permanecer en total oscuridad. El corazón de Jessica pareció saltar dentro de su pecho, y hasta casi le pareció sentir la adrenalina correr por sus venas. De repente, una melodía de piano se escuchó fuertemente en todo el lugar y una especie de mariposas alocadas hicieron cosquillas en su estómago. Lentamente cambiaron el rumbo hacia el centro del salón y las luces comenzaron a proyectarse poco a poco. Las miradas de las personas se centraron en ellos y en el oscuro y brillante antifaz de Jessica. Max, el chico con el que había practicado los últimos días, le regaló una mirada pícara y se acercó a ella, sus manos se conectaron e iniciaron un ritmo lento, se movieron con melancolía y erotismo al compás del piano, y después de algunos segundos separaron sus cuerpos de manera apasionante. La melodía llegó a su fin y comenzó una nueva, con un ritmo más movido, sensual y aventurero. Los cuerpos de ambas parejas sintieron aquellas vibraciones que los empujaron a moverse con pasión y sensualidad, con hambre por sentir lo que en realidad es bailar por placer.Jessica deseaba continuar y hacer que el tiempo se detuviera, para seguir así, con aquellas miradas de interés y admiración sobre sobre su cuerpo. En esos momentos la creencia de sentir que nació para bailar, se arraigó en su alma. Hubiese querido que la canción sonara por toda la eternidad, pero como todo tenía un final, se fue retirando junto a sus compañeros a paso lento, mientras las luces volvían a ser tenues de nuevo. Se quedó al final del pasillo, entre la puerta que lleva a los servicios higiénicos y los vestidores, algo que desconocía la hizo detenerse allí.Miró hacia el lado derecho y su vista reparó en un hombre. No, no era cualquier hombre, era alguien que captaba la atención como un imán: sus ojos azules como el mar se clavaron en los suyos y cuando llegó a su lado el corazón casi se le fue volando. Las luces se apagaron, sintió la cálida mano rozar la de ella y quedó embelesada cuando él se acercó un poco más. Quizá la oscuridad de esos momentos provocó emoción en ambos, ninguno lo sabía. Al sentir el aroma varonil impregnarse en su nariz, le pareció advertir mariposas revolotear dentro de su estómago. El hombre elevó la barbilla de Jessica con su mano y posó sus labios sobre los de ella, moviendolos lentamente y disfrutando ese sabor dulce del labial. Cuando reaccionó de aquel extraño momento, notó que sus compañeros ya se habían ido, entonces volvió la mirada hacia aquel hombre cautivador, pero él ya no estaba. De inmediato se alejó de allí y caminó rápidamente hacia el vestidor, dobló a la izquierda y enseguida se rompió la burbuja. Dejó salir todo el aire que llevaba retenido en los pulmones.—Jessica, ¿te encuentras bien?La voz de Katy la sacó de sus pensamientos.—Jamás olvidaré este día… —susurró casi extasiada y observó el antifaz entre sus manos, con ojos soñadores.—¡Yo tampoco! Ha sido alucinante. —Katy juntó ambas manos y cerró los ojos, como evocando aquellas sensaciones vividas momentos atrás.Minutos después, Eliot entró al vestidor y agradeció la maravillosa presentación. Les entregó a cada uno un sobre con el pago de esa noche y después se despidió de ellos con un abrazo.Jessica y Katy no se molestaron en cambiarse la ropa y decidieron volver así al orfanato, caminando juntas en medio de la solitaria calle y el silencio que pronto iba a ser interrumpido.—Corran… ¡Por más que corran no se van a salvar!La voz de la señorita Ruperts sonó chillona al gritarles desde cinco metros de distancia. Se alarmaron y corrieron aún más rápido cuando vieron a la monja caminar detrás de ellas, con el ceño fruncido y una regla de matemáticas entre las manos. Al final de la calle las alcanzó y obligó a subirse en su mazda viejo y empolvado. Minutos después llegaron al orfanato y las envió a sus habitaciones con despotismo.—Cuando hace esto, el castigo es peor el día siguiente. —Katy susurró aquello que tanto atemorizaba a los niños del orfanato—: Dicen que Ruperts se hace más perversa con los años.—Esperemos que no nos haga lavar retretes sucios de nuevo...Se rieron al unísono mientras Jessica sacudía el esmoquin para luego doblarlo, pero el olor exquisito de aquel hombre que la cautivó con solo mirarla unos pocos segundos, emanó de la tela como una ráfaga. Así jamás iba a poder sacarlo de su cabeza. Deseó verlo pronto, pero supuso que esas cosas solo sucedían en las novelas y que era mejor no divagar. Aunque, el destino ya se encargaría de hacerla cambiar de opinión.Persigo a mi pequeño solecito por el jardín. Hoy es uno de esos días en los que no quiere hacerme caso. Niño inquieto. —¡Vamos cariño, déjame ponerte los calcetines! —Cedric se rehúsa a hacerlo, es un niño muy quisquilloso. —No mami... —responde negando y haciendo uno de sus pucheros. Intenta verse molesto, pero solo consigue ser más tierno. —Papá pronto llegará a casa a cenar, no le agradará verte con los pies asquerosos. Estás todo sucio de barro, Cedric... Me siento a su lado y dejo las calcetas sobre mis piernas, observando a mi pequeño que es idéntico a su padre, tan hermoso y con rasgos delicados y a la vez masculinos. —¿Mamá? —Me interpela con su aguda vocecita. —¿Hmm? —Estoy exhausta, miro hacia el extenso jardín repleto de flores y pequeños castillos de arena creados por mi pequeño. —No estés triste... Mira, ya me puse los calcetines, y yo solito... Desvío la mirada hacia sus pies y luego a su sonriente rostro. Tuerzo la boca, haciéndome la dura, pero termino derritié
—Sí, quiero. —Bato las pestañas y le doy una sugerente mirada al dueño de mis sueños, quien se humedece los labios y sonríe.—Matthew De Vineyard, ¿quieres contraer matrimonio con Jessica Jackson y efectivamente lo contraes en este acto?—¡Pero por supuesto que quiero! —responde, como siendo obvia la respuesta y nos arranca una sonrisa a todos, más a mí.Mantenemos nuestras manos juntas y les doy un suave apretón a las suyas.—Ahora pueden proceder al intercambio de anillos. —El oficiante interviene de nuevo.Jessie trae entre sus manos un pequeño baúl de color crema adornado con unas florecitas.—Yo, Matthew, te tomo a ti, Jessica, como esposa y prometo serte fiel y cuidar de ti en la riqueza y en la pobreza, en la salud y en la enfermedad todos los días de mi vida. —Toma mi mano y desliza el anillo de oro sobre mi dedo, el cual tiene nuestras iniciales en una linda letra cursiva.—Yo, Jessica, te tomo a ti, Matt, como esposo y prometo serte fiel y cuidar de ti en la riqueza y en la
La enfermera se acerca con una carta entre las manos.—Aquí tienen los resultados. ¡Felicidades! Ahora ya podemos ir a la sala de ecografías. Síganme por aquí...Me la tiende y la tomo de inmediato, la abro casi rasgando el blanco papel para leer con prisa. No salgo de mi asombro, solo miro el rostro sonriente de Matthew que se acerca al mío. ¡Es positivo!—No te imaginas lo feliz que me haces mi amor. —Deposita muchos besos en mi boca.Me abrazo a su cintura y suspiro, respiro su olor. No digo nada, si hablo estoy segura que me pondré a llorar. Me separo de él segundos después para seguir a la enfermera de una edad mayor, quien nos observa enternecida. La seguimos hacia una sala, en donde hay varios asientos para esperar, tomamos un turno y nos sentamos en dos de las tantas sillas.Minutos después nos levantamos para entrar en la sala. El médico me indica que me recueste, suspiro antes de hacerlo, como dándome un empujón para digerir todo esto. Levanto la blusa y él aplica un gel frí
—Se solicita a la señora Rita Anderson en el estrado, segundo testigo del fiscal. —El juez entrelaza las manos. Una señora pelirroja entra, la misma que hace algunos días mandó a que me hicieran pruebas sanguíneas y psiquiátricas—. ¿Nombre completo?—Rita Agnes Anderson. —Se acomoda en el asiento.—Señor fiscal, puede continuar con el interrogatorio. —El juez le da el visto bueno a nuestro defensor.—¿A qué se dedica usted?—Soy psiquiatra, trabajo para el ministerio público. —La mujer asiente.—¿Sabe por qué está aquí?—Sí, porque fui quien hizo las pruebas psiquiátricas para dictaminar si la señorita Jessica tenía trastorno de depresión severa y obsesión compulsiva, y si efectivamente había ingerido Etilenglicol para quitarse la vida.—¿Y a qué conclusión llegó?—Los resultados arrojan que Jessica está en perfecto estado mental, pero efectivamente sí ingirió el tóxico.—Eso es todo, muchas gracias. —El fiscal se sienta a nuestro lado de nuevo.—Defensor, ¿desea realizar contrainterr
JESSICA Los veo caminar hacia la pista enfundados en un traje bastante peculiar, los chicos llevan ropa deportiva y las chicas también. Lo raro es que usan botas negras. Me pregunto qué fue lo que ocurrió con los preciosos vestidos y los trajes de danza masculinos. No es que se vean mal, pero sí se me hace extraño que ahora aparezcan con otro vestuario. Seguro esto se trata de algún sabotaje o algo malo...Me llevo las manos a la boca cuando no escucho la canción, la misma que ensayé junto a ellos por más de un mes. Ahora suena nuestra coreografía plan b, por si en algún momento se arruinaban las cosas. Hanging on de Ellie Goulding se oye a todo volumen y noto que los chicos me ubican en medio del público. Están todos menos Ian, quien renunció antes de entrar al concurso. Me lanzan un beso volado e inician con la rutina que estoy segura los llevará al éxito. Sonrío feliz por verlos allí luchando por sus sueños y por todo lo que anhelan. El sonido instrumental comienza mientras que
—Buenos días... —Me susurra al oído con la voz ronca y despierto casi de inmediato con una sonrisa en los labios.—Buenos días —respondo.Atraigo su cuerpo desnudo hacia mi pecho y rodeo su cintura con mi brazo. Ella roza mi vientre con sus dedos.—¿Hacemos el almuerzo juntos? Se nos hizo casi medio día. —Suelta una risita traviesa.—Claro. —Me aclaro la garganta—. Te ves radiante hoy, mi hermosa.Me mira y puedo ver el sonrojo en sus mejillas, bate sus largas pestañas con bastante ánimo.—Gracias. —Deposita un beso en mi pecho, robándome una sonrisa.—¡Arriba!Me levanto rápidamente y la cargo entre mis brazos. Ella no protesta, solo se queda en silencio observando mi rostro con una tierna sonrisa. Subo las escaleras que llevan a la habitación y camino hacia el cuarto de baño para terminar de quitarnos la pereza.—Eres hermoso. —Acaricia mi quijada con su dedo índice, mientras que el agua tibia resbala sobre nuestros cuerpos.Me pierdo en el color de sus profundos ojos azules.—Aquí
Último capítulo