El alfa ruega por el regreso de su Luna
Durante los siete años que estuve vinculada con el alfa heredero, Gabriel, él durmió con todas y cada una de mis amigas. Mientras yo fingía no ver nada y seguía cumpliendo con mis deberes como futura Luna.
Hasta el día en que iba a dar a luz, cuando su nueva amante condujo unos lobos forasteros directamente hacia mí. Sus garras atravesaron mi vientre con cruel precisión, matando incluso a mi madre cuando intentó salvarme.
En ese momento de desesperación, usé el enlace mental para contactar a Gabriel y le supliqué que nos salvara.
—Alicia, ¿desde cuándo aprendiste a usar esos trucos? No creas que tu patético teatro me hará preocuparme por ti.
Después de decir eso, cerró el enlace mental. Sin embargo, envió un automóvil para recoger a su nueva amante.
Cuando la patrulla finalmente me encontró y me llevaron de emergencia al hospital, el bebé que llevaba en mi vientre ya había sido desgarrado por las garras de los forasteros.
Mi madre también había muerto, a causa del veneno de esos lobos, el cual le recorrió la sangre hasta que su cuerpo se rindió.
Cuando desperté, miré con estupor al abuelo de Gabriel, el actual alfa de la Manada Sombra de Luna, y, con voz fría, le pedí:
—Déjame ir. Lo que sea que le debía a tu manada, ya lo pagué con lo que más amaba en la vida.