Mi pareja marcó a su madrastra
Máximo, mi compañero, no solo heredó el liderazgo de la manada, sino que también se quedó con su madrastra, Olivia.
Cada vez que estaba con ella, acudía a mí a darme explicaciones:
—Evelyn, no lo tomes a mal. No tenía otra opción. Eres la única mujer a la que amo de verdad. En cuanto Olivia quede embarazada y tenga al bebé, haré la ceremonia de unión contigo.
Me explicó que era una condición impuesta por el Rey Alfa para poder heredar el título de Alfa de la Manada Fantasma.
Durante ese año, Máximo pasó al menos trescientos días con Olivia.
Cuando ella finalmente quedó embarazada, pensé que podría estar a su lado como su pareja. No obstante, ahí fue cuando comprendí la verdad: Máximo no solo le había entregado a Olivia su cuerpo, sino también su corazón.
Al entender que no podía seguir esperando, me agaché, miré a mi hija de siete años y le pregunté:
—Cariño, ¿quieres irte conmigo?
—Sí, quiero estar contigo, mamá —me respondió.
Máximo nunca entendió que yo jamás quise ser la Luna de esa manada, lo único que necesitaba era un amor de verdad, sin condiciones. Y, si no podía dármelo, entonces lo mejor sería irme.