Mundo ficciónIniciar sesiónAlicia creía vivir una vida casi perfecta. Se había casado con el hombre que amaba desde que era una adolescente y durante 5 años tuvieron un buen matrimonio, pero las cosas habían comenzado a desmoronarse cuando Alicia no lograba quedarse embarazada. Lo habían intentado todo desde el mismo momento en que se casaron, pero nada parecía ayudarles a concebir ese hijo que tanto deseaban. Mark Vitolli era el heredero de una poderosa firma de moda. Era arrogante y pretencioso, pero Alicia estaba segura que él la amaba tanto como ella a él, hasta que un día, su vida perfecta se vino abajo. Recibió dos noticias que cambiaron todo y se convirtieron en sus más grandes secretos, pues al volver a casa descubrió que aquel hombre que por tanto tiempo amó, le era infiel. Un amargo divorcio será el inicio de la historia de Alicia, quien aprenderá a dejar atrás a la niña débil e inmadura que solía ser, para dar paso a la mujer que logrará conquistar el mundo de la moda y regresará con la cabeza en alto a la vida de Mark, cuando él y su familia tengan que rogar por ayuda. Ella buscará demostrarles lo equivocados que estaban al despreciarla, pero en el camino, Mark comenzará a sospechar de esos dos secretos que Alicia oculta y que podrían cambiar el rumbo de las cosas. Serie: El club de las felizmente divorciadas. Libro I
Leer másMark observaba con intensidad la interacción entre Alicia y Lucas. Sus ojos, entrenados para detectar lo que otros pasaban por alto, captaban algo más que una simple conversación profesional. La forma en que Lucas miraba a Alicia, la manera en que sus manos casi rozaban al mostrarle unos documentos, revelaban una conexión que iba más allá de lo estrictamente médico.El ambiente de la reunión estaba cargado de una tensión casi palpable. La luz de la tarde proyectando sombras alargadas que parecían reflejar los secretos no dichos.—Esto es más que un simple informe médico —murmuró Anderson a Mark, que estaba sentado a su lado.Mark asintió, manteniendo su mirada fija en la escena. Anderson y él habían acordado, momentáneamente, dejar de lado sus diferencias para investigar los tratamientos de fertilidad y la red de especialistas que parecían ocultar algo más que un simple servicio médico. Su colaboración era producto de una desconfianza compartida, un instinto que les decía que algo no
El teléfono vibró en el bolsillo de Alicia, sobresaltándola. El nombre de Lucas iluminaba la pantalla, rompiendo semanas de silencio. Su corazón se aceleró, sin saber si lo que vendría sería una revelación o una nueva complicación. Recordó todos los momentos compartidos, las consultas, las conversaciones íntimas que habían trascendido lo meramente profesional.—Necesitamos reunirnos —dijo Lucas escuetamente—. Mark debe estar presentes.La voz de Lucas sonaba diferente: cargada de urgencia, pero también de un miedo contenido que ella nunca antes había percibido. Alicia miró a Anderson, quien estaba jugando con Jonas en la sala. Él captó su mirada y se acercó, parecía que su intuición de padre y compañero se activó instantáneamente.—¿Todo bien? —preguntó con su típica sonrisa cálida, pero sus ojos ya no mostraban la misma tranquilidad.—Lucas quiere vernos —respondió ella—. A Mark y a mí.La expresión de Anderson cambió sutilmente. Un destello de tensión cruzó su mirada, pero rápidamen
El ambiente en la sala de visitas era tenso, cargado de una electricidad silenciosa que parecía flotar entre las paredes blancas y los muebles neutros. Mark miraba fijamente a Jonas, quien jugaba con un pequeño carrito rojo en la alfombra, completamente ajeno a toda la tensión que lo rodeaba. Era el primer encuentro entre padre e hijo después de tanto tiempo, un momento que Mark había imaginado cientos de veces durante sus largas noches de reflexión y arrepentimiento.—Hola —susurró Mark, su voz apenas audible, como si temiera romper el delicado equilibrio de aquel momento. Sentía su garganta seca, sus manos sudorosas, consciente de cada respiración, de cada latido de su corazón que parecía querer escapar de su pecho.Jonas levantó la mirada, sus ojos azules idénticos a los de su padre lo observaron con una mezcla de curiosidad e inocencia que desarmó completamente a Mark. En aquella mirada infantil no había juicio, no había resentimiento, solo una genuina apertura hacia lo desconocid
El silencio de la casa de Mark era más denso que el humo de un incendio apagado. Cada rincón parecía guardar el eco de una derrota anunciada. Las cortinas medio cerradas dejaban entrar solo un hilo de luz grisácea, proyectando sombras largas y espectrales sobre los muebles desgastados que parecían testigos mudos de una historia de dolor y desencuentros.Alicia se detuvo en el umbral de la sala, observando la figura hundida de su ex esposo. Mark estaba sentado en un sillón desgastado, cuya tela raída contaba historias de abandono y descuido. Su mirada se perdía en un punto indefinido, rodeado de papeles y documentos médicos esparcidos como hojas secas, cual mapa de una geografía de secretos y verdades a medio descubrir.—Mark —pronunció Alicia con suavidad, casi como un susurro, su voz quebrándose apenas perceptiblemente entre la tensión y la expectativa.Él levantó la vista lentamente, sus ojos reflejando un cansancio que iba más allá del agotamiento físico. Era el cansancio del alma,
El parque se envolvía en un silencio tenso, apenas interrumpido por el suave crujir de las hojas otoñales. Alicia sentía la mirada de Mark penetrando con cada palabra que ella pronunciaba sobre Lucas.—Lucas fue mi médico durante años —explicó ella, jugando nerviosamente con el borde de su chaqueta—. No solo atendió mi embarazo, sino que me acompañó en todo el proceso de fertilidad, cuando intentábamos tener a Jonas. Hace tiempo que no lo veo, no sé nada de él.Mark frunció el ceño, tratando de recordar. —No logro ubicarlo, pero si su nombre aparece en los documentos, debe estar involucrado de alguna manera. Necesitamos encontrarlo, hablar con él.La mirada de Alicia se perdió entre los árboles. Los recuerdos de aquellos años de tratamientos se agolparon en su mente como una marea de emociones contenidas. No sabía qué pensar al respecto.Horas después, en su estudio atestado de papeles y documentos de todo tipo, Mark revisaba obsesivamente los informes médicos. La luz tenue de la lámpa
El sol se filtraba entre los árboles del parque, creando un mosaico de luz y sombra sobre el banco donde Alicia esperaba con calma. Era un hermoso día. Alicia cerró los ojos unos instantes para disfrutar de aquella pequeña sensación de bienestar. Su taza de café humeaba entre sus manos, un refugio contra el frío de la mañana y la tensión que sabía pronto tendría recorriendo su cuerpo. Mark llegaría en cualquier momento, no sabía para qué la había llamado, pero si de algo estaba segura es que le quitaría esa paz que ahora tenía.Al abrir los ojos, lo vio acercarse. Ya no era el Mark arrogante y seguro de otros tiempos. Su andar era más lento, su mirada más cansada. Se sentó a su lado manteniendo una distancia respetuosa.—Gracias por venir —comenzó él, sin mirarla directamente.Alicia no respondió. Su silencio era una barrera, una invitación a que Mark explicara el motivo de aquel encuentro.—Necesitamos hablar de algo importante —continuó Mark—. He estado dando vueltas en mi cabeza y h





Último capítulo