Fui prisionera de Luis en una isla remota durante medio año. La gente decía que él había gastado millones para comprarme aquella isla. La seguridad que había en ese lugar era comparable a la de la Casa Blanca. Ni un solo pájaro que volara por encima de esa zona podía escapar sin que le volaran las plumas y el pescuezo de un balazo. Pero nadie sabía que esos cuidados y atenciones que todos envidiaban, para mí no eran más que una tortura. Hasta que él encontró a una chica que se parecía demasiado a mí. Fue entonces cuando comenzó a perder el interés en mí. Un día, ella aprovechó que él no estaba y llegó a la isla con un grupo de personas. Me rompió la mano, me marco la cara con un cuchillo y luego me metió en una jaula para perros. Cuando Luis me encontró, ya estaba al borde de la muerte. —¡Luis, esta mujer quería ganarse tu confianza imitándome! ¡Seguro es una usurpadora! ¡Hay que hacerla pagar un alto precio por esto!
Ler maisSentía una inquietud insoportable en lo profundo del corazón. Pero no tuve más remedio que seguir con la conversación.—Es la puerta de atrás del club. Ahí fue donde tus enemigos te atacaron. Estabas muy herido, y yo te salvé.Luis negó con la cabeza, con la expresión firme.—No, fue aquí.Luis levantó un pie y golpeó el suelo con fuerza. Un sonido sordo retumbó varias veces. Su voz sonaba apagada, casi inaudible.—Gloria, me salvaste dos veces. Cuando éramos estudiantes, juré que siempre te protegería en esta vida. Pero… terminé convirtiéndote en esto.Una lágrima cálida cayó de repente sobre el dorso de mi mano.Luis habló con la voz quebrada, como si su alma se rompiera en ese momento.—Gloria, si en aquel entonces hubiera tenido el valor de confesarte lo que sentía, ¿habrías aceptado salir conmigo?No tuve tiempo de pensar. Respondí al instante.—No.—¿Ni siquiera si en ese momento no hubieras conocido a Fernando? ¿Yo no habría tenido ninguna oportunidad?—No.Luis dejó escapar una
Todo el esfuerzo de cinco años se había ido al carajo, y Fernando también había desaparecido.Ricardo me encontró y, casi suplicando, me pidió que dejara de buscarlo.Luis era un desconfiado de lo peor. Su actitud podría poner en riesgo a otros compañeros infiltrados.Pero yo no estaba dispuesta a rendirme.Fernando se había ido, y aunque ya estuviera muerto, ¡tenía que encontrar su cuerpo!Lo seguí de cerca durante toda una semana hasta que por fin encontré la oportunidad de acercarme a Luis.Jamás imaginé que eso me llevaría fuera del país.—Gloria, todo lo que nos has dado ha sido de gran ayuda para nuestra policía. ¡Hiciste un trabajo increíble! —Ricardo hojeaba los informes, con cara de entusiasmo.Yo solo negué.En mi mente no había nada más que un único objetivo:—Encontrar… a Fernando…—¡No te preocupes! Si sigue vivo, te prometo que pronto lo vamos a encontrar. ¡Por ti, él también va a aguantar!Durante mi recuperación en el hospital, prácticamente llamaba a Ricardo todos los
La tela blanca de gasa me tapaba toda la cara. Sentía mis huesos como si estuvieran rotos.—¡Ah, por fin despiertas!Una voz desconocida se oyó de repente.Luché por abrir los ojos.El rostro de la enfermera se agrandó frente a mí.—Has estado dormida mucho tiempo.La miré toda confundida.Abrí la boca, pero solo pude soltar unos sonidos débiles.La enfermera me trató de calmar un poco:—Te tienes las cuerdas vocales bastante dañadas. Por ahora no puedes hablar.—Si necesitas algo, escríbelo en este papel.La enfermera sacó un lapicero y un cuaderno, y los dejó a mi lado.Mi mano izquierda estaba vendada y quieta.Pero la derecha… esa aún podía moverla.Fue entonces cuando noté algo en la palma de mi mano.Mi respiración se aceleró al ver la foto pegada con cinta adhesiva.Era una foto de Fernando y yo.Fernando había querido terminar conmigo antes de desaparecer.Yo me negué, discutimos a gritos, y por enojo, rasgué todas nuestras fotos.Después, me fui a mi casa.Pensé que él vendría
Eduardo, con la cara bien pálida, dijo, con voz temblorosa:—¿Por una mujer vas a dejar a los hombres que han estado dispuestos a dar la vida por ti, señor?Luna lo miró a Luis, completamente sorprendida.—Luis…¡Nunca imaginó que esa incursión en la isla haría que Luis se enojara tanto!Luis acarició suavemente su cintura, sin quitarle la mirada.—Incluyéndote a ti.Después de decir eso, Luis empujó a Luna con fuerza.—Y también, encuentra a Gloria ya.Luna, sin saber qué hacer, se quedó ahí sentada, viendo a ese hombre que siempre había sido tan amable y atento con ella, sin entender cómo podía volverse alguien tan despiadado en un segundo.Confusa y llena de emociones, empezó a hablar sin pensar, como solía hacerlo:—¡Sigues amando a esa mujer! ¿Qué tiene de especial? ¿Solo porque se parece a mí? ¿No soy suficiente para ti?Luis, que no quería seguir discutiendo con ella, de repente miró hacia la jaula donde yo estaba.¡Ah…! ¡Finalmente me vio!Con un empujón, apartó a Luna y se ace
Luis miraba fijamente a Luna mientras avanzaba hacia ella, paso a paso.La prótesis de plata le daba un aire aún más imponente y feroz. Era como si su presencia fuera más pesada, más difícil de ignorar.Luna, asustada, retrocedió instintivamente varios pasos.—¿No te ibas al Medio Oriente? —dijo, intentando disimular el miedo.Luis echó un vistazo rápido a la habitación, pero no encontró a la persona que esperaba. Su cara se ensombreció al instante.Luna lo miró, tensa, como si estuviera lista para defenderse.Era cierto: cuando ella irrumpió en mi habitación, activó la alarma de seguridad que Luis había dejado para mí.Al ver el cambio en la expresión de Luis, Luna inmediatamente adoptó una actitud más sumisa, como si quisiera calmarlo, y se colgó de su brazo.—Siempre estás viajando, nunca te encuentro. Eduardo me dijo que sueles venir aquí, así que lo convencí para que me trajera.Luis la miró, casi con arrogancia.—¿No acabas de decir que sabías que yo iba al Medio Oriente?Luna re
Me tiraron al suelo con fuerza.Luna puso su pie sobre mi cara y empezó a frotarlo de manera despectiva, como si fuera una basura.—¡No grites, carajo!Luna miró con desdén a uno de los hombres.—¡Apúrale, hazlo rápido!La miré a Eduardo, sintiendo el dolor en cada parte de mi cuerpo, rogándole con la mirada.—Esto es lo único que me dejó Fernando, por favor...Antes, Fernando era el que más cerca estaba de Eduardo.La oportunidad que tuvo de trabajar con Luis fue porque le salvó la vida a Eduardo.Casi todo lo que tenía que ver con Fernando, él lo sabía.Incluso los lugares donde nos hicimos los tatuajes, también fue él quien nos llevó.Esperaba que se acordara de todo eso y que no fuera tan cabrón conmigo.Pero Eduardo no me daba ni la mínima atención.—¡Nunca debiste haberte metido con Luis! ¡Si hoy no te mato, algún día Luis va a acabar en problemas por tu culpa!Luna soltó una risa descontrolada.—¿Aún crees que vas a dar lástima para que te tengan piedad?Con esas palabras, agarr
Último capítulo