Narrado por Teo
El silencio de mi departamento tenía un eco que no recordaba. Tal vez era porque me había acostumbrado a escuchar su respiración a mi lado, sus pasos, su forma de caminar como si temiera interrumpir el mundo.
Me dejé caer en el sillón. La chaqueta aún colgaba del respaldo, con olor a perfume de gala y traición. Cerré los ojos un instante, pero solo vi su rostro cuando entró del brazo de Dante. La forma en que lo abrazó. La forma en que lo miró a él, no a mí.
Lo merezco.
Me puse de pie. Crucé el pasillo. Entré a la habitación. Encendí el teléfono. Mi dedo supo el camino de memoria. Apreté el ícono. Y ahí estaba. La cuenta regresiva. La pantalla negra. Los números rojos.
80 días, 4 horas, 26 minutos.
Había dejado de mirarla. Desde que Karina apareció, dejé de revisar cuánto me quedaba. No porque creyera que viviría más, sino porque, por primera vez en años, vivir no me parecía una carga.
Y ahora, volvía a estar solo.
Toqué el cristal con la yema del dedo. Ella cambió tod