Narrado por Karina
El aire olía a tierra húmeda, hojas viejas y ese silencio extraño que a veces respira entre los árboles altos. Caminábamos por un sendero inclinado, apenas marcado, cubierto de ramas secas y raíces que sobresalían como trampas.
Dante iba adelante, con seguridad forzada. Sofía lo seguía a corta distancia, riendo por algo que él había dicho. Detrás, Teo y yo avanzábamos más despacio.
Él no decía nada. Yo tampoco podía, claro. Pero aún así, su silencio me pesaba.
A veces lo miraba de reojo, esperando... no sé qué. Un gesto. Una palabra. Algo más humano que su forma de fingir que no pasaba nada. Y sin embargo, todo en él estaba tenso. Como si lo que callábamos lo rozara por dentro y lo obligara a mantenerse firme.
De pronto, frenó un poco para nivelar el paso conmigo.
—¿Estás bien? —preguntó, sin mirarme.
Asentí. Dibujé una leve sonrisa y levanté el pulgar.
Solo un poco cansada.
Él asintió, lento, como si lo que no dije pesara más que cualquier palabra.
Narrado por Sofí