Camila
Había sido una semana difícil en la cual tuve que sortear constantemente la ansiedad de esperar la decisión del juez sobre las visitas supervisadas de Isa. Y como si eso no fuera suficiente, también debía encargarme de los preparativos para el dichoso compromiso con Julián.
Él había dicho que sería algo sencillo, pero sabía que no era cierto. La farándula, deseosa de conocer aspectos de la vida privada de uno de los editores en jefe más importantes del país, se daría gusto esa noche. Era relevante, por algo, Julián estaba siendo presionado por la Junta de la revista para cambiar su imagen por la de alguien hogareño y amoroso. Así que debía esforzarme.
Sin embargo, ese viernes daría un alto a toda mi ansiedad. Ese viernes salía a circulación el número treinta y cinco de Libertaria, donde estaría mi primera entrevista en la sección de Política.
—¿Emocionada? —preguntó Julián en cuanto nos bajamos del carro.
—Mucho —respondí yo con una gran sonrisa,
—Es un buen reportaje, Camila