Camila
—Tenía muchas ganas de conocerte, querida Cami —dijo Eduardo acomodándose en el sofá de la sala, muy dispuesto a ver el juego de futbol.
—¿Ah, sí? —pregunté con timidez, no esperaba que Julián me hubiera mencionado.
—Mi madre no hace otra cosa que hablar de ti.
Y yo creyendo que había sido Julián.
—Creo que no le causé buena impresión.
—¡Bah! —Eduardo no me miraba, estaba entretenido buscando el canal donde transmitirían el juego—. A Fernanda nadie le agrada. Ni siquiera Verónica le gustaba al principio, ¿verdad, Julián?
Otra vez ese nombre. Verónica. Cada vez que lo escuchaba, algo se tensaba en mi estómago. Cada vez que Julián guardaba silencio ante su mención, me confirmaba lo importante que ella había sido para él. Se acercó a mí y colocó sus manos en mis hombros, sus ojos oscuros en los míos.
—No tienes que estar nerviosa, por lo del compromiso. Haremos algo sencillo, no te preocupes. Además, primero debemos asistir a la Gala del cincuenta aniversario del diario La Voz. A