—Lion? ¿Estás bien? —La voz de Edward, su padre, sonó a su lado, cargada de genuina preocupación.
Lion intentó responder, pero las palabras le llegaron lentas y pesadas a la lengua.
—Calor... —Logró mascullar, llevándose la mano a la frente. —Demasiado... calor.
Fue entonces cuando Allison se acercó, como un buitre olfateando la debilidad.
—Pobre Lion. —Dijo Beatriz, con una voz melosa que le raspó los sentidos. —Pareces acalorado. Tal vez necesites un momento de tranquilidad. —Su mano, fría y posesiva, se posó en su antebrazo.
El contacto le produjo una repulsión instantánea y profunda, amplificada por la droga. Quiso apartarla, pero sus músculos respondían con lentitud.
—Sí, vamos a la sala contigua. —Insistió Allison, tomando su otro brazo con una firmeza sorprendente. —Está vacía. Puedes sentarte un momento. Olivia está ocupada conversando con la duquesa.
El nombre de Olivia atravesó la niebla como un rayo. Él giró la cabeza, buscándola entre la multitud. La vio, su figura azul co