Las secuelas de la batalla en la Cúpula de los Ecos fueron una mezcla de triunfo amargo y paranoia aguda. Los Fragmentos capturados, incluido Corvin, fueron entregados a las autoridades británicas bajo cargos de vandalismo, agresión y posesión de armas sónicas no registradas. Los «cazadores» resultaron ser contratistas de una empresa de seguridad privada con sede en Delaware, cuyos clientes finales permanecían ocultos detrás de capas de sociedades pantalla. El mensaje era claro: el interés corporativo por su secreto era real y estaba bien financiado.
La Fundación Aurora reparó los daños en la Cúpula, pero dejó las grietas más profundas visibles, selladas con resina de oro, un recordatorio kintsugi de su fragilidad y resiliencia. Se convirtió en un símbolo más poderoso que nunca.
Clara, convertida en una leyenda interna por su intervención vocal, encontró que su rol había cambiado irrevocablemente. Ya no era la aprendiz ni la observadora aguda. Era una estratega reconocida. La presión,