El aire en la terminal privada del aeropuerto de Londres era frío y cargado de propósito. La Fundación Aurora no viajaba en masa; lo hacía como un organismo especializado desplegando sus partes vitales. Lion y Olivia, como figuras públicas, tomarían un vuelo comercial posterior, su presencia en el Foro Global de Ética y Transparencia en la Filantropía (FGETF) completamente esperada y registrada. La verdadera punta de lanza viajaba ahora: Samuel y Gabriel, junto a Clara y un equipo mínimo de dos operativos de Gabriel, conocidos solo como Kaya y Mikal.
El jet privado, arrendado a través de una de las sociedades pantalla de la Fundación, era un caparazón de lujo y tecnología. Samuel convirtió la cabina en un centro de mando provisional, sus pantallas portátiles mostrando flujos de datos en tiempo real: el rastreo del servidor intermedio del Escriba, los planos del centro de conferencias de Ginebra, los perfiles de seguridad suiza.
—El foro comienza en cuarenta y ocho horas—dijo Samuel, s