208: Caleb...
La terraza del Penthouse del hotel en Zúrich era un mirador de cristal y acero sobre un lago de postal. Olivia Winchester, sin embargo, no veía los reflejos plateados del agua ni los Alpes recortados contra el cielo vespertino. Veía sus propias manos, entrelazadas sobre la barandilla, como si fueran las de una extraña. El aire frío y puro le mordía la piel, un contraste con la sofocante tensión que reinaba en las suites interiores, donde Lion, Samuel y Gabriel ultimaban detalles de una operación que ella solo conocía en términos vagos y aterradores.
Necesitaba un respiro. Un segundo para recordar quién era antes de que todo estallara. Bajó al jardín interior del hotel, un vergel tropical bajo una cúpula de cristal, buscando el anonimato entre las orquídeas y el sonido del agua de una fuente. Y allí, en un banco de piedra junto a un ficus centenario, lo encontró.
O, más bien, él la encontró a ella.
—Olivia.
La voz la atravesó, una vibración familiar que llevaba años enterrada bajo capas