El nuevo latido se sincronizó con la vida de la Fundación como un contrapunto perfecto. Olivia encontraba extrañas simetrías entre su embarazo y los ritmos del edificio: los sistemas de Samuel parecían optimizarse solos, el jardín de Perséfone florecía con una exuberancia inusual, y hasta los ensayos de los jóvenes músicos adquirieron una armonía espontánea que maravillaba a Karla.
Lion comenzó a documentar todo meticulosamente en un diario que tituló "Bitácora del Amanecer". No eran números ni estrategias, sino observaciones sencillas: la primera sonrisa de Eliana al oír el cello del abuelo Finch, el día que el sistema de hidroponía produjo su primera fresa, la tarde en que un alumno con autismo tocó su primera melodía completa. Eran los verdaderos cimientos de su legado.
La víspera del nacimiento, una tormenta eléctrica de intensidad bíblica azotó Londres. Mientras los relámpagos acariciaban los pararrayos del edificio, Olivia sintió que el universo entero conspiraba para limpiar el