La luz de la mañana se filtraba por el comedor, iluminando los restos del desayuno entre Olivia y Lion. Él hojeaba el Financial Times, pero su atención no estaba en las cifras. La sentía a ella, inquieta, moviendo la cucharita en su taza de té con una energía nerviosa que no le era habitual.
—¿Tienes planes para hoy? —Preguntó él, sin levantar la vista del periódico, con su voz casual.
Olivia sintió que un nudo se le formaba en la garganta. La tarjeta de Camila ardía en el bolsillo de su falda. “Un secreto entre violinistas”. La frase, que ayer le había parecido emocionante, ahora sonaba a traición bajo la mirada indirecta de Lion.
—Eh, sí —tartamudeó, forzando una sonrisa. —Karla y yo… vamos a… a esa nueva exposición de arte moderno en el Tate. Luego quizás a almorzar.
La mentira salió de sus labios con una facilidad que la aterró. Lion asintió lentamente, doblando el periódico con precisión. Finalmente, alzó la vista y la miró. Sus ojos grises, usualmente tan penetrantes, parecían e