Capítulo 486
Él era el mismo que, tiempo atrás, se comunicó con el antiguo teatro de Gabriela y se enteró de que ella había dejado de bailar por una lesión.

—Sí, ya me encuentro bien. Muchas gracias por preguntar —contestó Gabriela, devolviéndole el gesto con cortesía.

—¡Excelente! Ellos tienen otra entrevista en unos minutos, así que me los llevo. ¡Disculpen la premura! —dijo, y acto seguido, se dio la vuelta y volvió a gritar—: ¡Rápido, rápido!

—Gabriela, te dejé algo de comer y beber en mi camerino. No te pierdas por ahí; regreso en un rato —se despidió Hans, radiante de felicidad. Justo antes de irse, pareció notar a los otros—. ¡Cristóbal, Rosalina, nos vemos al rato!

Rosalina iba vestida muy casual: gorra, gafas oscuras y ropa cómoda. Casi no llamaba la atención. Levantó la mano con frialdad para saludar a Hans. El chico, sin embargo, no dejaba de voltear la cabeza para mirarlos mientras se alejaba, representando a la perfección la actitud de un adolescente enamorado.

—Cristóbal, tu situación
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