Álvaro aún se sentía mareado, con los efectos de la fiebre que le había subido la noche anterior tras la tormenta. Al escuchar la noticia, lo primero que pensó fue: «¿Quién diablos hay en Hospital Serrano Verde que la motive a ir?»
—Entiendo —fue todo lo que dijo, con un tono impasible. Luego añadió—: Si la acompaña Soren, no hay peligro.
—¿Cómo? —Kian se quedó atónito—. ¿Lo vamos a permitir así nada más?
—Ajá.
—Pero, señor…
—¿Algo más?
—No, nada más…
Álvaro cortó la llamada, dejando a Kian con una desazón que no le quitaba el nudo en la garganta. «Sentía un presentimiento muy oscuro», un malestar que se le metía en los huesos y lo hacía temblar de pura angustia.
Nada más salir del aeropuerto, Álvaro subió al auto que lo esperaba, con destino directo a la casa principal de la familia Rojo. Durante su viaje había descubierto cosas que le parecían muy interesantes, y deseaba confirmar algunos datos antes de presentarse ante Gabriela.
***
Hospital Serrano Verde.
Aun a plena luz del día, e