Capítulo 387
Al fondo, por fin, distinguieron el número 3602.

—Señorita… —susurró Soren con un deje de inquietud.

Gabriela le respondió con una leve sonrisa y se dio unos golpecitos en el bolsillo de la chaqueta:

—Tranquilo, llevo conmigo lo que me diste.

Soren asintió con gesto preocupado:

—Estaré justo fuera. Si notas cualquier cosa extraña, llámame de inmediato.

—De acuerdo.

Con un suspiro que le permitió liberar algo de tensión, Gabriela empujó la puerta de la habitación 3602 y entró, dispuesta a descubrir lo que la esperaba dentro.

La habitación era de lo más ordinaria, sin iluminación encendida y con luz escasa que entraba de manera oblicua. La cama se encontraba vacía. Justo enfrente de la puerta había una ventana alargada, junto a la cual destacaba una silla de ruedas ocupada por una figura delgada y menuda. A contraluz, a Gabriela le resultaba imposible distinguir el rostro o determinar si se trataba de un hombre o una mujer. Sin embargo, tenía la certeza de algo: no podía ser Mattheo.

Est
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