Le explico sonriendo, agachándome delante de su silla de ruedas. Me mira serio. Alessandro, a mi lado, respira profundamente; es claro que la opinión de su abuelo, en medio de este ambiente cargado de tensión, es lo único que tuviera importancia para él.
—¿Vas a seguir trabajando en el hospital? Alessandro, compra un hospital para ella —ordenó como si hablara de comprar cualquier cosa. —¡No, no, abuelo! —Negué apresuradamente, asustada. Los ceños fruncidos de ambos Minettis ante mi negativa me intimidaron y me apresuré a explicar—. Es que todavía no termino mi especialidad, es mi último año. Y quiero poder seguir viviendo y trabajando como hasta ahora. El abuelo retuerce su cabeza en un gesto de incomodidad. Fija su mirada interrogante en su nieto Alessandro y luego en mí de nuevo. Esta vez,