143. DE REGRESO A CASA
¿Cómo puedo explicarle a mamá que no quiero pensar en eso? Cada vez que lo menciona, siento que todo se derrumba dentro de mí. No porque no la entienda, sino porque sé que su preocupación nace del amor, y eso me duele más. A veces creo que las palabras no alcanzan para decirle que hago lo mejor que puedo para mantenerme entera. Aunque en realidad... no lo estoy.
—Mamá, no tienes por qué culparte —digo suavemente, tratando de tranquilizarla—. Suficiente tenías con lo que tuviste que afrontar, ya me estoy atendiendo con un psicólogo, no te preocupes. Empecé a verlo, no debes preocuparte, ya estoy haciendo terapia. ¿Y Luci dónde está?
Mamá se acerca a la mesa y se sienta frente a mí, mirándome con amor. Aun así, puedo ver esa sombra de culpa que nunca se ha desvanecido del todo en sus ojos. Es el principal motivo por el que nunca le dije nada. No quería ver esa mirada de culpa en ella.
—Lucila me dijo que la despidiera de ti. Se fue con el abuelo a las oficinas que tienen aquí. Est