C9: Te prohíbo que vuelvas a acercarte.
Annika no reaccionó. La confusión la envolvía, y su mente se debatía entre el miedo y la incomprensión.
Entonces una vocecita interrumpió el momento con súplica. Charlenne, alarmada por la tensión, corrió hacia su padre y se aferró a su pierna con todas sus fuerzas.
—¡Papá! —exclamó, con los ojos vidriosos—. ¿Por qué le haces eso a mi amiga? ¿Por qué estás enojado con ella?
Pero Raiden apenas la oía. Su mente estaba atrapada en un vacío insondable. Todo ruido, toda voz, toda presencia desapareció, salvo aquella mujer que tenía enfrente. No podía escuchar a su hija, ni sentir la presión de sus brazos alrededor de su pierna. Solo veía ese rostro que creía haber perdido para siempre, el rostro que lo había atormentado durante años, mirándolo ahora con absoluta extrañeza, como si no lo reconociera en lo más mínimo.
Annika se quedó quieta por un instante, paralizada ante la intensidad de aquella mirada y la fuerza con la que aquel hombre la sostenía. No solo la había tomado del brazo con