Fernando Laureti es la oveja negra de la familia; un joven alegre, creído y seductor que está acostumbrado a llevar a las mujeres que les gusta a su cama. Su padre, Demetrio Laureti, cansado de su promiscuidad, decide poner a su cargo la empresa que tiene en París, con el simple propósito de alejarlos de sus mujeres y de el BDSM, pero no será nada fácil, conoce a Samantha Mercier, una mujer de carácter fuerte, hermosa y decidida que no se la pondrá nada fácil, logrando con eso que el CEO se obsesione con llevarla a su cama y convertirla en su sumisa, acto que ella no cederá, porque le gritara en la cara cuántas veces se necesario: ¡No seré tu sumisa!
Leer másPov Fernando.
Miro la hora en el reloj de pared y tomo la copa de vino tinto que tengo en mi mano. Este sentimiento de soledad después de una dosis tan fuerte de sexo no se me quita con nada.Aspiro el aroma del despacho de mi departamento, para luego limpiar una lágrima en mi mejilla, que quiere salir.—¿Vas a dormir conmigo hoy? —pregunta Reana fuera del despacho.Siempre que la follo son esas sus preguntas, pero mi respuesta es la misma.—No me gusta dormir con mujeres, Reana —le digo con cariño—. Trato de estar alejadas de ellas —bromeo y ella suspira resignada.No soy tan malo como creen, soy dulce fuera de mi cuarto de juegos, o eso intento ser.La veo irse y vuelvo a tomar hasta cansarme.Cuando abro los ojos, el sol que entra por mi ventana me indica la hora.—¡Joder! ¡Andrea, me espera hoy en la casa de modas de Amber! —exclamo levantándome de pronto.Salgo presuroso a la sala de estar, y la figura de Demetrio Laureti está sentado en mi sofá con una taza de café.El miedo me invade por completo, preso del temor que me genera saber que ha descubierto mi más oscuro secreto.—Padre, ¿Cuándo llegaste? —le pregunto nervioso.—Siéntate —me ordena y lo hago. Mis padres son las únicas personas creadas en el mundo que pueden matarme y a los que yo no le diré ni una sola palabra, la razón: los respeto demasiado.—Yo, lo siento…—Estoy decepcionado de ti, Fernando, vas a cumplir veinticinco años y sigues viviendo tu vida como si nada en el mundo, importara más que las mujeres —intento protestar, pero sus ojos fríos me indican que no debo hacerlo—. Te quiero en Francia, te daré la empresa que está ahí para que la manejes, y trabajes de la mano de la gerente encargada.Bajo la cabeza, molesto y a la vez contento, porque sería la primera vez que mi padre me dé una empresa. Estoy cansado de ser un títere. Soy el único de los trillizos al que no le dan una empresa para gerenciar al cien por ciento.—No, es mejor que yo trabaje como jefe, y esa mujer esté a mi cargo —le digo molesto— ¿Cuándo me vas a tomar en cuenta para los negocios familiares? —digo esto con un nudo en la garganta, que me ahoga, pero que por fin logra sacar.—Cuando me demuestres que no eres un puto promiscuo, que solo estás dispuesto a llevarte a cualquier mujer a la cama —dice mi padre molesto.Suspiro resignado, porque extrañamente sé que tiene la razón, estoy cansado de esta m****a, aunque, no sé cómo salirme de esto.…Fernando bajó del avión privado y dirigió sus pasos a la empresa que se le había asignado. Sus cabellos claros se movían al compás de la brisa, y sus ojos azules miraban todo como curiosidad.Cualquiera que lo mirara podía deducir que era un adonis de la maldad, sus rasgos duros y perfeccionados, o simplemente por el apellido que adornaba sus nombres, lo predominaba.Entró al edificio, y comenzó a leer las indicaciones que le había dejado Filibert, la mano derecha de su padre.—Reunión de personal —leyó la hora en el formulario— ¡Joder! Es tarde, voy retrasado —exclamó subiendo el ascensor, debajo de las miradas de las personas que querían saber quién era el hombre que parecía un puto dios griego.Entró rápidamente a la sala de juntas y se sentó enseguida en la cabecera de la mesa sin dejar de ver los archivos, hasta que una voz femenina llamó su atención.—¿Usted es personal nuevo de la empresa? —Fernando subió la mirada.Una mujer hermosa, que enseguida prendió su cuerpo, le habló con altivez.—Sí, ¿algún problema? —preguntó él con una sonrisa que podía mover medio mundo.—No voy a tolerar que llegue tarde a su primer día de trabajo, ¿me oye? —se acercó a él.Fernando pudo ver los ojos grises de la mujer mirarlo con intensidad, sus labios rosas fruncidos y su semblante penetrante.—No tengo por qué darte explicaciones —sonrió en carcajadas.—¿Acaso usted cree que yo soy una payasa para que se ría en mi cara? —preguntó ella posando su cuerpo cerca de Fernando.Fernando miró los pechos de la mujer que sobresalía de la camisa. Eran redondos y lo incitaban a tocarlos.—No, es solo que me parece tan chistoso que una mujer tan hermosa sea tan amargada.—Mire señor, no le permito que me falte el respeto, está usted suspendido de sus labores, soy la gerente de esta empresa y no voy a permitir.—¿Usted es quién? —preguntó Fernando en un tono burlesco.—Soy la gerente de esta…Fernando miró al personal que estaban tiesos como estatuas y sonrió con ironía.—Mucho gusto, mi nombre es Fernando Laureti y soy el dueño de esta empresa.Pov Samantha.Tres días después salimos de la clínica. Eva y todo el resto de la familia llegaron al día siguiente y como era de esperarse mi suegra casi mata a Fernando cuando se enteró que los engañó y que la cesárea era un día antes.«Y yo no me opuse»,Realmente disfruté mucho los regaños de Evangelina para el necio de mi marido, ya que definitivamente Fernando desde que se enteró que iba a ser papá se volvió una verdadera molestia.«Tierna pero molestia al fin»Camino con dificultad tomada de la mano de Demetrio ya que Fernando está con el pequeño Renato cargado mientras Andrea está con Andrew. Ambos están sorprendidos con los gemelos, lo observan de una manera que me hace apretar el corazón, porque solo hace falta detallar sus ojos para darse cuenta de lo mucho que ya lo aman. ¿Cómo no hacerlo? Si a pesar que los niños están muy pequeños ya se puede deducir que serán idénticos a ellos; Andrew es serio, y casi no llora mientras Renato vive pegado del pecho y no deja de llorar a
Pov Fernando.Doy vuelta en la cama varias veces sin poder conciliar el bendito sueño mientras Samantha no deja de roncar como si hoy no fuera la cesárea programada de nuestros hijos y, aunque la cita es a las ocho de la mañana comienzo a moverla para que despierte porque yo estoy realmente desesperado.—Deberíamos ir alistandonos —le digo desesperado.La veo removerse molesta e intenta abrir los ojos pero no sé despierta.—Sam, hoy nacen nuestros hijos, levantate joder —le digo fastidiado.Me pongo de pie con el ceño fruncido y me cruzo de brazos mientras la observo; la panza es realmente grande, tan grande que no se le ve la cosita desde hace unos meses. Está acostada de lado con la sábana entre las piernas y la boca semi abierta. —¡Samantha Laureti! —grito desesperado.—¡¿Qué?! —pregunta asustada sentandose en la cama de golpe.—Hoy es la cesárea, y tú ni siquiera te has levantado —le digo tomando su mano para que vaya al baño.La veo ponerse de pie molesta, para después mirar la
Pov Samantha.El vuelo a Francia fue realmente cómodo; viajamos la madre superiora, Eloise, Fernando y yo nada más, ya que Lucas y Cloe lo hicieron mientras nosotros estábamos en la luna de miel. Bajo del avión con mi hija sosteniendo mi mano y hergo mi espalda orgullosa de la hermosa niña quien está vestida hermosamente; con un vestido rosa pálido, zapatillas blancas y con el cabello negro en dos coletas altas. Aunque Fernando anteriormente le había comprado ropa, Amber le regaló varios vestidos de su colección infantil, y por si fuera poco Evangelina le compró varios zapatos de la mejor marca.«Me siento realmente felíz»Eloise no es solo uno de mis sueños, es mi mejor sueño; ella representa tantas cosas en mí que saberla mi hija me hace arder el pecho grandemente.—Sami, ¿ahora que soy tu hija puedo decirte mamá? —Me pregunta cuando estamos apunto de subir al auto que nos espera.Miro a Fernando en forma cómplice y enseguida contesto:—Sí, pero cuando tú quieres, no quiero que te s
Pov Samantha.Después de una semana, dónde el sexo fue más abundante que disfrutar del paisaje de Australia, decidimos tomar el último paseo; Fernando sostiene mi mano mientras subimos a unos de los botes que nos mostrará todo Sidney. Me siento en el pequeño asiento de madera seguida de Fernando quien está vestido con unos pantalones cortos que hacen que se ven sus piernas blancas y pálidas; una franela de algodón negra y arriba de esta un suéter grueso del mismo color; observo el anillo de oro en su mano y sonrío como una completa idiota aún sin creer que somos esposos. Me remuevo en el asiento y me abrazo los brazos ya que para mala suerte nuestra luna de miel tocó en invierno, y aunque por la hora del media día el frío no es tan insoportable, si siento el rechinar de mis dientes.—Yo creo que mejor deberíamos hacer otra cosa, te noto pálida, ¿y si vomitas? —Me pregunta por tercera vez desde que salimos del hotel.Subo una ceja llena de fastidio y detallo sus azules notando la preoc
Pov Fernando.Un hotel cinco estrellas nos recibió en Venecia unos minutos después. La abstinencia que sentía en el helicóptero era sobrehumana, sin embargo me contuve, ya que desde ahora en adelante no iba a alcanzar la vida para amarla; estaba casado con ella y por supuesto cada día y noche la haría mía. Tomo su mano y miro su silueta mientras caminamos a la suite que me pagó Fernanda, (ella se encargó de la luna de miel). Sam realmente se ve hermosa, su vientre se ve más abultado cada día, y cabe destacar que sus mejillas están más regordetas y rosadas. Sonrío como un bobo aún sin poder creer que una familia se está creando. —Señora Laureti, bienvenido a su luna de miel. —Exclamo al abrir la habitación.Los ojos de Samantha se abren de la sopresa al detallar el lujo de la alcoba; es de un gris oscuro, con cortinas corredizas de color negra, una cama matrimonial en el medio con muebles de terciopelo marrón a los pies; también hay una mesa desayunadora, y más al fondo hay un pequeño
Pov Samantha.Me miro en el espejo para observar mi silueta y sonrío con las lágrimas apunto de salir de mis ojos. El vestido es perfecto, se ajusta a mis curvas logrando captar cada parte de mí; su estilo sirena hace que me vea increíble, y eso sin contar el bordado de hilo rojo que tiene en el corset. La cola es larga, entre roja y blanca; me veo increíble, más que una princesa como una diosa; y eso sin contar el perfecto maquillaje que me hicieron. Mis ojos grises resaltan más, y mis labios gruesos y carnosos lucen provocativos debajo del labial neutro que me colocaron. Respiro profundo tratando de calmarme porque el zumbido de mi corazón es tan fuerte que siento que se va a salir de mi pecho.«Es lo mejor que me ha pasado en la vida, es mi sueño hecho realidad»Tomo la corona de perlas y me la coloco en la cabeza; debajo del peinado elegante pero sutil que tengo, para luego mirar mi cuello; el collar que me regaló Fernando lo adorna, logrando verme más sexual de lo que soy.«Me ti
Último capítulo