Capítulo 11. ¿Por qué me pasa esto hoy?
Mauricio entró al bar La última tentación con la seguridad de quien sabe que todo lo tiene bajo control. Saludó en recepción y dio las instrucciones con la voz firme de un abogado que nunca deja cabos sueltos.
—Tengo dos reservas a mi nombre. La primera a las siete, a nombre de Mauricio Leal. La segunda a las ocho, mismo nombre —hizo una pausa y le extendió un billete al recepcionista—. Que no se crucen.
El recepcionista, asintió mientras anotaba en la lista. Mauricio no lo notó, pero apenas desapareció por el pasillo de los reservados, el joven recepcionista le cedió el puesto a una muchacha, al parecer era hora del cambio de turno.
Mauricio se acomodó en el reservado esperando a Catalina.
Ella llegó impecable: vestido rojo, labios del mismo color, la actitud segura de quien sabía cómo dominar una sala. Mauricio se puso de pie para recibirla.
—Mauricio Leal, eres puntual. Eso me gusta —dijo ella, pero su mirada no era la de una clienta.
Catalina estaba de cacería