Capítulo 09. Las oportunidades las pintan calvas
Mauricio entró al bufete ajustándose la corbata. El tribunal eclesiástico le había dejado un extraño sentimiento, pues aunque se había salido con la suya, la mirada de odio de Verónica le había dejado un amargo sabor de boca, pero debía seguir con su vida y con su ocupado trabajo.
—Llegas tarde —dijo el socio director lleno de urgencia—. No sé ni cuántos mensajes te dejé. No es un buen día para haber llegado tarde.
—Tuve un compromiso judicial a primera hora, perdón por no avisarte, fue algo de último minuto —respondió Mauricio.
— ¿De qué hablas? ¿Tienes problemas?
Mario Torres, era para Mauricio más que su jefe, era su mentor. Quien vio en él algo inspirador y le dio trabajo. Algunos años después, el crecimiento de su bufete fue marcado por la efectividad de sus instintos, sobre todo con Mauricio. Ambos incansables y con hambre de éxito.
Mauricio negó con la cabeza.
—No te preocupes, no es un juzgado de este plano.
— ¿De qué demonios hablas? ¿Tienes problema