Ser la mejor fisioterapeuta era el sueño de Tania, esta había comenzado y terminado su carrera bastante joven, estaba obsesionada con los músculos, y su recuperación, tenía el trabajo más importante de todos, recuperar la movilidad de uno de los pilotos más famosos del mundo. Hans, este Había sufrido un grave accidente donde su vida pendía de un hilo, ahora estaba en una silla de ruedas y necesita aprender a caminar nuevamente, se ha puesto una meta de un año, así que espera lograrlo lo más rápido posible, su amigo de fiesta le había recomendado a su hermana, ¡quizás esta ayudaría en su proceso! Nunca se imaginó que Tania era una pequeña ogra de muy mal carácter, la detesto desde el inicio, al parecer ella también a él, ¿Cómo pasar del odio al amor en un solo paso? El licor, este no era buen consejero y en una noche de copas, estos comenzarán a verse con otros ojos. Muchos retos tendrán por delante y sobre todo muchas tentaciones, ¿podrán resistirse?
Leer másLa polilla luna, tiene una de las metamorfosis más maravillosas de la naturaleza, un tiempo en que, en varias fases, tienen que sufrir distintos cambios, todo para convertirse en una obra de arte alada, que vive una sola semana y poco más, codiciada y admirada por muchos por su belleza.
Así pasa en la existencia del ser humano, tiene etapas en las que cambiar en necesario, la transformación tanto física, como espiritual, como aquella polilla que deja un legado con su simple existencia tan efímera, así es nuestra vida.
... — ¡Amiga! Ya me estaba preocupando de que no llegaras — dijo Jane al verle en el corredor.
— No me perdería el último día, ¡jamás! — respondió.
La despedida era breve, la última clase, un momento emotivo entre ellos y cada uno a su nueva vida, se verían en la ceremonia y ahí acabaría todo.
Después de eso, debía llegar a su trabajo, le estaban esperando para firmar el nuevo contrato, donde estaría a sus servicios por aproximadamente dos años, estaba demasiado feliz, sentía que su vida estaba despegando en el momento preciso, al llegar saludo a todos, hoy tenía tanta felicidad que no había ganas de ser ruda con sus pacientes.
Miro a Anthony que llevaba más de un año recuperándose de una luxación Acromio clavicular.
Este Había tenido una respuesta positiva cuando ella había llegado, su evolución era buena y volverá a la cancha en unos pocos meses.
Verlo avanzar era demasiado gratificante y esperaba que con los demás fuese igual, quería ganarse una reputación.
— ¿Esta lista para esto? — dijo su jefe Joshep Zlader, este sentía cierto cariño por la joven, se veía demasiado tierna y le recordaba a su sobrina.
— Nací lista — dijo haciendo que riera, era una mujer un poco egocéntrica, pero con un talento innato.
— Este año ampliaremos nuestro catálogo, se suman deportistas como pilotos de carrera — dijo mientras caminaban hacia el despacho.— ¡Jamás he visto una carrera en mi vida!— le dijo y este sonrió.
— Deberías de comenzar a verlas, te lo digo de corazón, ya sabes cómo pueden llegar a ser los directivos con estos temas.
— Esta bien, lo tendré en cuenta — respondió, mientras miraba su celular, quería mirar de que hablaba exactamente su jefe. La firma llegó y la felicidad de ser parte como miembro de los fisioterapeutas en el centro era realmente gratificante, tendría su oficina y su lista de clientes, era algo que la ponía a dar pequeños saltos de felicidad.
Tania siguió su día tal cual como venía haciéndolo, aquella noche tomaría unas copas con su amiga, debían celebrar por lo alto, así que pasaría a casa de Jane y se arreglarían juntas, a su bar preferido, donde los mojitos sabían mejor.
Se despidió de todos y fue diré a su carro, estaba un poco cogida de la tarde, salió y llegó rápido, no se quería perder aquello, le parecía necesario salir.
— ¿Que te pondrás? — preguntó su amiga una hora más tarde.
— No lo sé, creo que me pondré alguna blusa y un vaquero, no creo tener ganas de salir — le respondió y esta se quedó mirándola con cara de no creer lo que estaba escuchando.
— ¡De mi casa, jamás saldrás así! — le respondió haciendo que la otra soltara una carcajada, cuando lo hacía, un sonido extraño la acompañaba, era uno de sus miedos, reírse demasiado duro, era algo que procuraba no hacer.
— Te pondrás este — Le paso un vestido color blanco, odiaba ponerse ese color cuando salía de fiesta, con tan solo mirarlo, así que le pidió que buscará otro, no en su tono preferido.
— Este — dijo y le mostró uno en tono azul rey, era un vestido a los tobillos, escote en v, ajustado al cuerpo y tiras delgadas, marcaba su linda figura haciéndola ver realmente sexy, se miró al espejo, organizó su maquillaje y una pasada con la plancha en su cabello, ojos delineados con un tono plata y negro en la punta, quería verse como una femme fatale y parece ser que lo estaba logrando, pues al salir, los hombres no dejaban de mirarlas, Jane era muy bella, cabello rubio y largo en ondas, ojos azules, estatura promedio y un diseño de sonrisa que la hacía ver bastante bien, era amable y siempre tenía buena conversación.
Era el alma de la fiesta a diferencia de ella, aunque Tania no podía quedarse atrás, cuando se tomaba algunas copas, podía bailar toda la noche sin parar.
Miro a su amiga que parecía hipnotizada en cuando vio que Alex estaba ahí, estaba enamorada de aquel castaño de ojos claros, así que la dejó ir, está se quedó bailando un poco, mirando a su alrededor.
— Bailas bien — dijo un chico que la estaba mirando desde hace algún rato.
— Eso dicen — respondió ella sin dejar de bailar al ritmo de la música.
— Me gusta, una mujer que se mueve como tú, no decepciona — dijo haciendo referencia a otras cosas.
Tania paro en seco su movimiento y lo miró con una sonrisa en su rostro, inspeccionó el aspecto del hombre y sonrió aún más.
Todos estaban tan metidos en su mundo y está había decidido bailar con Hans, el hombre se llamaba así, bailaron bastante cerca el uno al otro y Tania decidió que no desperdiciaran aquella noche.
— Podemos bailar en otro lado, si deseas — susurro a su oído.
Aquella insinuación era bastante interesante y le hizo pensar un momento en cuando había sido la última vez, ¡meses!
— ¡Me parece buena idea, quizás en ese lugar bailemos mejor! — le respondió, aun cuando sus tacones eran altos y le tocaba que empinarse para poder llegar a su oído, miró a su amiga y entre risas se despidió de ella, esta sonrió y la felicito, las bebidas a veces hacía estragos y parecía que aquella noche le hubiese enseñado a relajarse un poco.
Sin esperar un momento, fue con Hans a la casa de este.
— ¡Bendito último día! — dijo y se lanzó sobre él, aprovecharía aquella noche al máximo y parecía ser que aquel dios de músculos de acero serían su ayudante número uno.
Una noche entretenida que la dejó totalmente relajada, con los músculos doloridos como si hubiese corrido una maratón y una sonrisa de oreja a oreja.
Reviso su celular, Jane la estaba esperando, eran casi las seis de la mañana, tomó sus cosas despacio y sin hacer algún ruido.
— Pensé que te gustaría desayunar algo antes de irte — Dijo el joven con una sonrisa, en la mañana no se veía tan guapo como cuando anoche, lo que no podía negar, era que aquella casa era realmente bonita, parecía un hombre adinerado, era algo que se notaba.
— Emmm si, mira... — dijo con un poco de duda.
— No quiero que esto se vaya a mayores, así que comeré en casa, gracias por todo — le dijo con el cabello enmarañado, el vestido al revés y sus tacones en la mano.
— Entiendo — dijo él con una sonrisa y se levantó lentamente, haciendo que esta mirara fijamente ahí, sonrió al saber que la noche había valido la pena totalmente y salió corriendo.
La regla era no repetir y está no sería la excepción, no estaba para nada más que no fuese su carrera, así que tomó el primer taxi que vio y llegó donde su amiga que la esperaba entusiasmada, quería saber todos los detalles.
— Estuvo bastante bien, muyy — contó y su amiga celebró, era la primera vez tomar una decisión así por su cuenta.
Desde aquella salida se había sumergido en su trabajo, le faltaba poco tiempo para finalizar su contrato de pasantías.
Esa mañana llego mucho más temprano, la cafetería estaba vacía, era el momento en el que aprovecharía junto a Jane para comer en paz.
— Mira, eso es la fórmula uno — dijo cuándo al bajar a la maquina e ir por algunas papas miraron la tv que estaba transmitiendo la carrera, se quedó mirando fijamente aquella pantalla, frente a ella estaba la carrera final de la fórmula, estaba congelada analizándolo todo.
— ¡Es imposible que Hans le gane a Ryan, le lleva suficiente ventaja como para que lo rebase en la última! —dijo un hombre que al igual que ella se había quedado mirando, estaba concentrada al máximo, Jane la llamó, pero está le pidió que esperara, estaban a punto de terminar, así que quería ver.
Miro aquel carro rojo, lo vio perder el control y salirse de la pista, estrellándose directamente con la gradería, se quedó impresionada de lo que había ocurrido en cuestión de un instante, la gente a su alrededor se quedó en silencio, al igual que ella estaban sorprendidos, miró por última vez y salió del lugar, con el corazón un poco adolorido, pues teniendo en cuenta lo que había analizado, sabía que algún muerto podía resultar de aquel accidente.
— ¿Estas bien? — preguntó su amiga al ver que su ánimo inicial se había apagado en un instante.
— Sí, sólo que quede un poco sorprendida, espero que todos estén bien y solo haya sido el susto, sería muy triste saber que alguno de ellos murió o quedó bastante mal — dijo y su amiga asentó, dándole la razón.
Esperarían haber que dicen las noticias mañana, por ahora dejarían atrás el tema y disfrutarán su noche, el lugar estaba algo lleno, había pequeños grupos disfrutando de la fiesta, estas se unieron a sus compañeros, su madre le había dejado un mensaje, pidiéndole que fuese con cuidado, con Jane habían decidido no llevar coche, no querían pasar por algún problema y querían beber, así que la responsabilidad iba primero.
En casa el ambiente era algo extraño, todos estaban sentados en la sala y el silencio apremiaba. El televisor estaba encendido, la noticia de un accidente, había dos personas afectadas, una de ellas era un hombre joven en las graderías y el otro era el famoso piloto Hans Lancer Smith.
Aún se valoraba el impacto de la coalición y su estado era reservado, sabía que era solamente tecnicismo, el hombre podría estar muerto o en coma, era lógico, cuando lo habían sacado de aquel carro, se veía realmente mal.
— Que triste, espero pueda recuperarse — dijo su madre y Tania no dijo nada, sabía que, si en algún caso quedaba vivo, volver a las carreras no se daría tan rápido o quizás nunca más lo podría volver a hacer.
— Ojalá — respondió, su mente se quedó aún más bloqueada cuando en la pantalla de aquella tv, se veía la imagen del hombre con el que noches antes había pasado el rato, en su apartamento.
— ¿Ella está bien? — preguntó Tania preocupada. — ¡Me importa un carajo Brianna! — le dijo Hans fuera de sí, estaba realmente asustado por lo que pudiese pasarle a ella. — ¡No debes ser tan cruel, se equivocó, necesita ayuda médica, psiquiátrica, pero quiero saber que está bien! — le contestó levantándose del lugar y limpiando su vestido. — No me hizo nada, más bien fui yo quien le hizo daño, creo que se lastimó con el cuchillo, ojala no sea grave — añadió mientras seguía limpiando su vestido. — Está arruinado — dijo Hans mientras le abrazaba y su alma regresaba a su cuerpo, había pensado lo peor, pero Tania estaba bien, no había sufrido ni un solo rasguño, estaba feliz de saberlo, era como si algo hubiese regresado, la estaba abrazando tan fuerte que le tocó a ella hacerle notar. — Es de mal agüero que vean el vestido o que este se manche, creo que es mejor cancelar la boda — dijo la mamá de Tania, haciendo que los dos jóvenes se rieran, no creían en nada de eso, para ellos no
— Hoy se llevará a cabo una de las bodas más polémicas de todos los tiempos, hablamos nada más y nada menos que de nuestro amado piloto de la f1 Hans, este ha decidido contraer nupcias con una mujer muy diferente a lo que nosotros pensabamos, su fisioterapeuta, que además de ser una mujer común y corriente, tiene unas muchas libras de más — aquella entrevista era realmente patética, se dijo Hans, había hecho lo posible para que los medios cesarán con aquella propaganda mediocre, pero era algo que sorprendía, no entendía el odio hacia una mujer tan maravillosa como Tania. — ¡Tranquilo campeón, ya estoy aprendiendo a blindar mis oídos y mi corazón con personas como ellos! — le respondió ella en aquella llamada, estaba preocupado de que estuviese viendo los noticieros sensacionalistas que pretendían dañar. la conversación fue agradable, cada uno estaba a un lado de aquella enorme villa, era herencia familiar de Hans, cerca a uno de los lugares más hermosos de Italia, el país favori
Respirar, aquella sencilla palabra era todo para la existencia, ese vínculo sagrado que nos conecta a lo divino, llenar nuestros pulmones de vida cada seis segundos, lo único que nos mantiene unidos a este mundo terrenal. Había pasado ya un mes desde la muerte del padre de Hans, éste había decidido mantener cerca de su madre y posponer un poco de su boda para poder estabilizar a su familia, que permanecían aún en desasosiego, no sabían qué rumbo tomar en aquella situación. Su madre, que parecía ser otra, una mujer que no conocía. — Podemos ir a comprar algo que desees, no se, no tienes porque quedarte aquí encerrada — le dijo Hans mientras se sentaba a su lado, mientras esta le miraba atenta. — Tu padre decía eso cada vez que hacía algo que me enojase — añadió rompiendo aquel silencio sepulcral que se había instalado en aquel espacio; Hans solo le miró fijamente, sabía que no había terminado y la dejó continuar. — Lo amé tanto, lo amé con toda el alma y me arrepiento profunda
Miedo, y tristeza se apoderaban de aquella mansión que meses atrás había visitado y nunca había vuelto a pisar, sentía un frío indescriptible, era algo nuevo, no podía ponerle un nombre a esto, pero al entrar a aquella sala, los llanos comenzaron a sonar más lejos, estaba fuera de aquella realidad, era algo que quería que fuese un sueño.— Tania, debo hablar contigo, necesito que vengas pronto — dijo Rusol cuando esta le contesto, había estado tan molesta que se había quedado dormida. — ¿Pasa algo? — pregunto un poco desorientada. — Hans te va a necesitar, su padre falleció — le contesto y esta quedo en silencio, entendía aquella actitud y sin pensarlo más, se coloco una sudadera y recogió su cabello, tomo las llaves de su camioneta y salió a toda velocidad, pensaba en como estaría este, se sentía triste por todos ellos, perder a alguien no era algo fácil. Al llegar, vio toda aquella escena, su corazón se arrugo, lo busco entre todos, estaba hablado con los doctores, parecía calma
Amar es una de las elecciones más difíciles de tomar, este viene con una montaña rusa de emociones, desde la plenitud, hasta la tristeza, es que es parte del amor, sentir, al máximo y con los sentidos completamente abiertos a toda situación. Tania miraba su anillo de bodas, nunca le habían gustado las piedras preciosas, no le causaba sentido el llevar una enorme roca en su mano, pero Hans había elegido algo acorde, unas hermosas esmeraldas colombianas adornaban su dedo, en un entrelazado de oro, era algo muy delicado y hermoso. Ya habían pasado aproximadamente 6 meses desde ese día, la vida era maravillosa entre ellos, parecía que hubiese pasado ayer mismo, pero no, tenía miedo de planear, no le gustaban los planes, le daban algo de miedo.— ¿Cuánto tiempo vamos a postergar ver un vestido? — le preguntó su madre, esta vez en compañía de su mejor amiga, esta pareció mucho más emocionada que ella misma.—Solo estoy esperando encontrar la tienda correcta, no quiero equivocarme con eso
“Es que no debemos ser perfectos, nadie lo es, incluso entre las mujeres más bellas hay cosas que estas desearían cambiar, no tengo dudas y pruebas muchas” Recordó a la abu, aquellas palabras siempre eran tema de discusión cada que llegaba de la escuela después de un encuentro infortunio con sus compañeras, la primera vez que había sido consciente de su peso fue a los 10 años. Era una mañana en la que debían hacer algo de atletismo en clase del señor Lazaro, debían aprender cada deporte que este quería que trabajaran, estaba claro que no era la mejor corriendo, pero aquella prueba le gustaba, amaba correr. — ¡Mira cómo se mueve su cuerpo, su panza parece que tiene vida propia! —grito Analiz, una de las niñas más hermosas del salón, cabello rubio, ojos verdes y un cuerpo delgado, herencia de padres gimnastas olímpicos, creería que iba al gimnasio desde que había nacido, era más que obvio, era la primera vez que todo el grupo se burlaba de su cuerpo y le había dolido demasiado, creer
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