Estarías celosa.
Luego del desayuno que apenas había probado, Emilia volvió a encerrarse en la habitación sin saber qué hacer. Las paredes elegantemente decoradas parecían cerrarse a su alrededor mientras contemplaba su nueva realidad.
No es que no estuviera acostumbrada al encierro, pues toda su vida había transcurrido entre cuatro paredes, siguiendo estrictas reglas y rutinas establecidas por otros.
No fue hasta que Kaan apareció en su existencia, que comenzó a experimentar pequeños momentos de libertad y a descubrir el mundo más allá de su confinamiento. Pero le frustraba estar encerrada en ese sitio desconocido, rodeada de lujos que no pedía, sin entender su propósito ni saber cuáles serían sus obligaciones en esta nueva prisión dorada.
Ese hombre, Iker Lanús, no se había molestado en explicarle nada sobre su situación o futuro. Sus pensamientos giraban constantemente alrededor de preguntas: ¿sería simplemente un trofeo, uno que podía exhibir cuando le apeteciera en eventos sociales? ¿Estaba ahí ú