Su legítimo dueño.
Iker ignoró lo dicho por su futuro cuñado y se adentró a la villa, dio órdenes a su mayordomo de que preparara un banquete para la noche. Recibiría a la familia de su futura esposa, y mañana se casaría con la mujer que le robó los sueños en los últimos diez años. Porque desde que tenía quince años empezó a soñarla, no había noche que no apareciera en sus sueños, con esa voz angelical, esa sonrisa de Diosa y ese cuerpo de diva. Fueron tantas noches que la soñó haciéndola suya, y debido a esos sueños eróticos terminaba excitado, por ellos se vio obligado a usar su mano para satisfacer sus deseos carnales.Ahora que la tenía, que sabía que era real, y no un íncubo como pensaba, no la dejaría ir. Emilia era suya, por muchas razones le pertenecía. Sería su esposa, aunque no podía entregarle su corazón, a pesar, de que no podría amarla, no la dejaría libre. Por otra parte, Adem ingresó a la mansión de los Cásper, la primera en cuestionarlo fue su madre, por consiguiente, los demás.—¿Dón
Leer más