Adem se encontraba sentado al filo de la cama con su cuerpo desnudo, sumido en sus pensamientos.
Los problemas financieros que enfrentaban parecían multiplicarse día tras día, causándole un dolor de cabeza constante.
Una mano femenina se apoyó suavemente en su espalda y empezó a rodar por ella con ternura, como lo había hecho tantas veces.
Al sentir ese contacto familiar, él se tensó, sabiendo que las palabras que estaba a punto de pronunciar cambiarían todo para siempre.
—Voy a casarme.
Niurka, quien había sido su fiel amante por años, aquella que había tenido que conformarse con apasionadas noches escondidas entre las sombras y encuentros furtivos, sin jamás poder ser presentada ante los familiares ni los amigos de Adem, solo por provenir de una clase social sencilla y trabajadora, algo que en su mundo de alta sociedad era imperdonable, sintió que él corazón se le detenía.
Él la regresó a ver con una mezcla de culpa y resignación, consciente de que esas palabras habían lastimado el