El día en que el reemplazo del consejero Nya llegó al Este, Cassian tuvo una fea premonición. No era un lobo que se guiara por las apariencias; sin embargo, las perforaciones en la nariz de los recién llegados y sus tatuajes en el pecho, así como otros en los hombros, no eran una simple moda.
Cada símbolo, cada color representaba algo: un sacrificio, una entrega al dios pagano al cual se inclinaban.
—Alfa Noahleem —saludó con respeto, y se inclinó ante él—. Mi nombre es Absalón, soy el enviado para ocupar el lugar del gran consejero sabio Nya.
Sus acompañantes hicieron lo mismo; con una reverencia solemne, sus piernas tocaron el suelo y agacharon la cabeza.
—Bien —fue lo único que dijo Noah, y enseguida ordenó a Rutt y Cassian mostrarles el área donde se quedarían a dormir, y aquellas reglas que debían seguir.
Ellos no llegaron en un carruaje dirigido por lobos de menor rango, como en el caso de Nya. En su lugar, adoptaron su forma lobuna y corrieron hacia allá. Por eso llegaron tan r