Noah observaba a Cassian con los ojos entrecerrados, y la espalda apoyada contra la pared del cuarto de guerra. Permaneció en silencio, a la espera de una explicación que ambos sabían innecesaria. Lo conocía de toda una vida y también había aprendido a detectar la tendencia dramática de la familia del anciano.
—Solo hablé con ella, como me pediste. Se puso a llorar y le di un abrazo… no duró ni tres segundos. Aparecieron esos malditos y empezaron a acusarme.
El alfa meditó sus palabras.
—Bueno. Un pleito más con ese viejo —dijo, con los hombros tensos en previsión del drama inminente.
—Sí… es insoportable. —La imagen de Ada cruzó por la mente de Cassian, su expresión desconcertada antes de ignorarlo por completo.
—Bueno, el Rey lo devolverá a su territorio. —Noah cerró los ojos y se masajeó la nuca—. Tal vez este sea su último mes aquí.
Cassian parpadeó, confundido. Acto seguido, se dejó caer en la silla frente a Noah.
—¿Se irán todos? —su voz sonó extraña, incluso para sus propios oí