—No es así de fácil —habló entre dientes.
Cassian resopló, exhausto; el peso de los días recorridos curvaba sus hombros.
»Ve a descansar—Noah percibió las ojeras oscuras como hematomas bajo los ojos de su consejero.
—Sí, alfa —Cassian no necesitó que le repitieran la orden. Se volvió y se perdió entre las sombras.
Noah se quedó solo, envuelto en el silencio espeso de la noche. Volver a la manada lo tentó, pero la desconfianza le cerró el paso. Requería un lugar no solo seguro, sino impermeable a toda traición. Conder y su hija ya habían convencido a Leah una vez de entregarse a Lucian. ¿Y si lo volvían a hacer? ¿Si se la llevaban a la fuerza?
Por cielo, mar y tierra encontraría un refugio para su Leah. Un lugar él no pudiera alcanzarla. Ni lastimarla.
(…)
Al día siguiente, cuando Cassian se recuperó de todo el ajetreo, lo mandó a llamar.
—Necesito encontrar un rincón del mundo donde Leah esté a salvo.
Cassian apretó los labios sin perder de vista el rostro de su alfa.