Las facciones del alfa se crisparon.
—¿De verdad me crees tan imbécil, Cassian?
—No, alfa —Cassian carraspeó en busca de una excusa perfecta.
Por su bien, Noah se concentró por completo en Leah.
—No es nada. De verdad. Voy a dormir. —Ella intentó levantarse e irse, pero el agarre del alfa en su muñeca la mantuvo en su lugar.
Debido a la vergüenza, no pudo ni quiso ver al alfa a los ojos.
Noah volvió a obligarla a mirarlo. Su mano enorme contrastaba con la delicada barbilla de la joven.
—¿Qué pasó? —preguntó de nuevo—. ¿Cassian te hizo algo? —Los ojos acusadores y oscuros del alfa miraron de reojo a su consejero.
—Estoy bien —aseguró Leah, y trató de mantener contacto visual con él. Lo que empeoró todo.
—Te he visto llorar muchas veces, oráculo. Sé identificar cuando no estás bien.
—Necesito descansar… es todo —Retrocedió un paso y logró que el alfa soltara su barbilla.
—La gente no llora porque sí —Esta vez la voz del alfa sonó más ruda.
—Yo sí. Yo soy débil, tonta, estúpida y un sinf