C76: No quiero que te metas en mis asuntos.
Alaska volvió a sentir ese nudo en el pecho, una presión punzante que le recordaba lo frágil que podía ser la esperanza cuando se la fuerza a permanecer viva. La desilusión se deslizó dentro de ella como una sombra antigua, abriéndose paso hasta ocupar cada rincón de su calma.
Bajó la mirada unos segundos, intentando recuperar el control, ordenando pensamientos que se deshacían antes de tomar forma. Buscó las palabras adecuadas, aquellas que pudieran disimular el temblor en su voz, que no la delataran, que la hicieran parecer fuerte, aunque por dentro se estuviera derrumbando. No quería mostrarse vulnerable otra vez, sabía que, a veces, mostrar una grieta era invitar a que alguien más la rompiera por completo.
Y Vidal era de esos. Si encontraba una debilidad suya, si se daba cuenta de que podía dominarla totalmente, no dudaría en usarlo a su favor.
—Bueno… es que pensé que ya que vamos a vivir juntos, y que voy a tener un hijo tuyo, creí que seríamos más unidos que nunca —manifestó—.