C69: Un fantasma del pasado.
Ámbar lo apartó de un empujón seco con el antebrazo, rompiendo el último hilo que los mantenía frente a frente y empezó a caminar para alejarse de Vidal.
—Ámbar, espera... —trató de tomarla del brazo para detenerla, pero ella se zafó rápidamente.
—No me toques —refunfuñó, para luego continuar su camino.
Él, por su parte, finalmente la dejó ir y aquel orgullo que llevaba marcado en su rostro se desmoronó. La mueca de ironía que había sostenido con tanto empeño se disolvió lentamente, dejando al descubierto un semblante de cansancio y fastidio. Por un instante, su rostro pareció desnudo, sin la máscara de soberbia ni el aire burlón que había utilizado como escudo durante toda la audiencia. Ganar aquella pequeña batalla verbal era un triunfo, pero uno vacío, una ilusión fugaz que se desvanecía en cuanto Ámbar desaparecía de su vista.
Porque, en el fondo, Vidal sabía que nada estaba saliendo como él había planeado. Podía decirse que había logrado lo que quería —provocarla, hacerla perder