C68: No pienso perder.
Ámbar se irguió, tratando de recobrar la serenidad, aunque por dentro una oleada de irritación la recorría.
—Es obligatorio que los involucrados estén presentes —replicó—. Por eso estoy aquí.
Vidal esbozó una sonrisa, ladeando la cabeza con un semblante que parecía más compasivo de lo que en realidad era.
—Debiste haberte olvidado de todo esto, Ámbar —articuló—. Necesitas reposo, ¿no es así? Todo este asunto solo te provoca una sobrecarga de estrés, y eso… podría hacerle daño a nuestro hijo —hizo énfasis en la última oración—. Imagina lo que sentirías si algo le ocurriera por no cuidarte. No sería justo, ¿verdad? No para él, y tampoco para ti.
La palabra “nuestro” cayó como una piedra en el pecho de Ámbar y una mueca de desagrado cruzó su rostro.
—¿Nuestro hijo? —repitió con incredulidad, mirándolo con frialdad—. Todavía te atreves a decir que es nuestro hijo, después de que en la sala acabas de vociferar que estoy embarazada de otro hombre. Creí que ya lo habías entendido finalmente,