ELAINE
Por más que tratara de ignorar las miradas sutiles de Duncan, no podía hacerlo. Actuaba como si no le importara, pero sentía sus ojos sobre mí toda la velada. Probablemente pensaba que no me daba cuenta.
Típico de él creer que era invisible, que nadie lo observaba y que era intocable. Pero yo había aprendido a sentirlo mucho antes de verlo siquiera. Era el peso de su mirada, la forma en que parecía presionar contra mi piel como el calor del sol. Por supuesto, fingía no notarlo.
Ya había fingido más que suficiente con Duncan últimamente. Aun así, una parte de mí quería provocar algo en él, cualquier cosa. Así que bailé con otras personas y me negué a bailar con él, mezclándome con mucha gente. Incluso tuve que escuchar la historia patética de Marcus.
Pero no conseguí nada. Él se mantuvo frío, distante, como si nunca hubiera importado. Ni siquiera pude saber si rechazar su invitación a bailar le dolió como me dolieron a mí sus rechazos del pasado.
Y cuando los niños se acercaron d