ELAINE
Debía estar volviéndome loca.
Por más alterada que estuviera por su reacción, me excitó. Tuve que sacarme de encima esos pensamientos, recordándome que me había gritado y me había aprisionado contra la pared.
El escozor de sus palabras aún no se desvanecía. Logré sacar la cabeza de esos extraños sentimientos de deseo y encontré mi voz.
—Lo siento —murmuré, sin estar segura de por qué parte me disculpaba: por la pregunta, por la foto, o por lo mucho que claramente lo deseaba incluso ahora, después de que me hubiera estrellado contra la pared.
Esa única palabra, "perdón", debió haber causado algo. Sus hombros, que habían estado tensos y enrollados como un resorte, bajaron ligeramente. Parpadeó, como despertando de un trance, y la fiereza en sus ojos se suavizó. Su mano encontró la mía.
—Elaine... —dijo, en voz baja, arrepentido—. Yo... lo siento...
Me alejó suavemente de la pared, como si no pudiera soportar verme contra ella, como si odiara esa parte de sí mismo que me había pues