ELAINE
Estaba completamente jodida.
Intenté moverme en cuanto escuché los pasos de Duncan, pero mi tobillo protestó ocasionando un grito de dolor a cada paso. Cada pulsación era como una llamarada que me recordaba que había fracasado, otra vez.
Encontré un lugar para esconderme, me agaché detrás de unas rocas no tan grandes, a pocos metros de donde había caído. Mi respiración era aguda y superficial en mi garganta. Mi corazón latía tan fuerte que estaba segura de que él podía oírlo, pero por alguna razón, no fue así.
Se quedó cerca de las cajas por un rato, escudriñando todo el lugar como un halcón. Sus ojos se entrecerraron, su mandíbula estaba tan tensa como una piedra. Por un momento pensé que había detectado dónde estaba, pero afortunadamente, no fue así. Se dio la vuelta y caminó de regreso hacia la casa, murmurando palabras incomprensibles. Solté el aire que estaba conteniendo.
Esperé hasta estar segura de que había entrado a la casa antes de moverme. Comencé a arrastrarme hacia