ELAINE
Para cuando regresé a casa, estaba completamente convencida de que Duncan me odiaba con toda su alma, pero el sentimiento era mutuo. No lo había dicho directamente, no obstante, viendo lo que hizo al casi lograr que me atraparan, las miradas disimuladas de desprecio y ese constante aire de sospecha... bien podría tatuarse "Te detesto", en la frente.
Cerré la puerta con llave y arrojé mi bolso en el sofá, solo para tropezar con una caja de almacenamiento a medio desempacar. Casi me hizo caer de cara al suelo, pero logré mantener el equilibrio.
Una sarta de maldiciones salió de mi boca mientras contemplaba el caos que había creado y deliberadamente ignorado desde que me mudé. La ropa seguía sellada en bolsas al vacío, los artículos de baño estaban en una caja junto con algunos zapatos en la esquina de la habitación.
—Vivo aquí ahora, debería empezar a actuar como tal —me recordé a mí misma.
Sin embargo, gruñí y lo dejé donde estaba, desempacaría después de cenar. Había tenido un d