SOPHIE
Hasta hace unos días, el sonido de mi alarma me llenaba de pura emoción. Ahora lo único que lograba es que enterrara mi cabeza en la almohada con total irritación mientras reconsideraba cada una de mis decisiones de vida.
—Apaga eso y mete tu trasero en la ducha, Sophie. ¡Es hora de ir a trabajar! —gritó Celeste desde fuera de mi habitación al mismo tiempo que golpeaba la puerta.
Se alejó después, pero no sin antes soltar una risita malévola con toda la intención de que la escuchara.
Esa pequeña... ughhh.
Ni siquiera ocultaba lo mucho que disfrutaba de mi miseria. La misma que comenzó después de aquel día en la oficina de Travis. Cuando dijo que sería mi mentor bajo sus propios términos, no me detuve a pensar exactamente cuáles serían esos términos. No fue hasta el día siguiente que me di cuenta en qué me había metido.
Me había mandado llamar y fui corriendo con una emoción que se esfumó en cuestión de segundos. Porque en lugar de encontrarlo en su silla, encontré una nota sobr